Skip To Content
part01
Aired September 12, 2023

The Harvest: Integrating Mississippi's Schools (español)

Sembrando semillas un salón de clases a la vez

Film Description

En The Harvest, el autor Douglas A. Blackmon, ganador del Premio Pulitzer, recuerda cómo la integración escolar transformó a Leland, Misisipi, su ciudad natal. En 1954, después de que la Corte Suprema dictaminara que la segregación racial en las escuelas públicas era inconstitucional, se hicieron poco más que esfuerzos simbólicos para eliminar la segregación en las escuelas del Sur. Eso cambió drásticamente el 29 de octubre de 1969, cuando el tribunal superior ordenó que las escuelas de Misisipi eliminaran la segregación, por completo y de inmediato. Como resultado, un grupo de niños, incluido Blackmon, entonces de seis años, hizo parte de la primera clase de niños blancos y negros que asistirían juntos a los 12 grados en Leland.

Durante una época de importantes cambios históricos y demográficos en todo Estados Unidos, The Harvest sigue a una coalición de ciudadanos negros y blancos que trabajó para crear escuelas públicas racialmente integradas en una ciudad algodonera del delta del Misisipi; el área más rígidamente segregada de Estados Unidos. La película cuenta la extraordinaria historia de cómo fue posible esa primera clase, luego rastrea el origen de las vidas de Blackmon, sus compañeros de clase, maestros y padres desde el primer día hasta la graduación del bachillerato en 1982. Es un fascinante retrato de cómo se transformaron las vidas de esos niños y de cómo cambiaron la ciudad y el país. Pero a medida que la película sigue la vida de esos niños hasta el presente, también es un retrato de lo que nuestra sociedad ha perdido al no poder terminar el trabajo que inició la generación anterior.

Credits

Produced By
Douglas A. Blackmon
Sam Pollard

Edited By 
Jon Neuburger 
Mary Manhardt
Anne Craddock Decorte

Cinematography By
Ryan Earl Parker

Original Score By
J.R. Shirakbari

Written By
Douglas A. Blackmon

For Five Dollar Films:
 

Executive Producer
Jeff Bieber

Archival Producer
Pearl Lieberman

Supervising Producer
Salme M. López Sabina

Assistant Editor
Robert Gordon

Assistant Camera
Breezy Lucia

Associate Producers
Alexa A. Harris
Nicholas Gibiser
Andrea Edwards
Danielle Fisher

Other Camera Assistants
Christopher Watkins
Brian Richard

Sound Recordists
Michael Hunkele
Booker Edwards
George Ingmire

Additional Photography By
Natalie Kingston
Michael Blackmon

Production Assistants
Abbigail Grace Jones
Sidney Aman
Kameron Jenkins
Stuart Ferguson
Chas Myles
Marc Anthony Marconi
Rex Lisle
Alex Griffith

Animation And Graphics
Alisa Placas Frutman
Hank Muller

Still Photography
Noelle Buttry

Legal and Business Affairs
Michael Beller

Research Assistance
Daryl Lewis
E. Gray Flora Iv
Celia Tisdale
Judy Aley
Emily Jones

Spanish Translation
Diana Trudell

Archival Materials Courtesy Of
George Abide
Charles Abraham
Alamy
Associated Press
Billy Barber
Sarah Blackmon
John Bouton
Tom & Ethel Bradley Center at California State University, Northridge
CNN
Lincoln Coggin
Betty Coleman
Delta State University Archives
EFootage
F.I.L.M. Archives
Footage Farm
Fox Movietone News
James Grossley Jr.
Hezakya News
Jessie King
Milton Kline & Henry Kline Ii
Leland Presbyterian Church
The Leland Progress
Leland School District
Library of Congress
Kevin Magee
Randy Magee
Constantine Manos / Magnum Photos
John McCandlish
Terry McCandlish Embry
Leigh Bynum Mccraw
Dot Meeks
Mississippi Department Of Archives And History
Evelyn Gordon Murray
National Archives and Records Administration
NBC News Archives / Getty Images
The City Archives & Special Collections, New Orleans Public Library
Pamela Pepper
Cindy Carollo Peterson
Van Poindexter
Pond5
Donald Richardson
Veronica Richardson
Rockingham School District
Rowland Scherman Collection, UMass Amherst Libraries
Shutterstock
Smithsonian National Museum of African American History and Culture
Strike City Photograph: Charles Steiner
Strike City Documentary: Tom Griffin and John Douglas
Veritone / CBS News
The WPA Film Library
The WNET Group
Jerald Jones Woolfolk
Yee Family Movies

“You Can't Hurry God"
Writer: Dorothy Coates
Used By Permission of Sony/ATV Songs LLC, Venice Music. All Rights Reserved.
John Wilkins Appears Courtesy of Big Legal Mess Records

Post Production Services
The Outpost

Online Editor
David Bigelow 

Sound Mix
Jim Sullivan

Post Production Assistant
Deb Holland 

Special Thanks
Stephanie Patton
Creative Media Industries Institute, Georgia State University

The Harvest Original Production Funding Provided By
National Endowment for The Humanities
W.K. Kellogg Foundation
Arthur Vining Davis Foundations
The Fullerton Family Charitable Fund Through
The Better Angels Society
The Better Angels Society and Jeannie And Jonathan Lavine Through The Library of Congress Lavine/Ken Burns Prize For Film
The WNET Group’s Chasing The Dream

American Experience Original Production Funding Provided ByCorporation For Public Broadcasting
Alfred P. Sloan Foundation
Liberty Mutual Insurance
Robert David Lion Gardiner Foundation
The Documentary Investment Group

For American Experience

Senior Post Production Editor
Paul Sanni

Post Production Editor
Lauren Noyes

Post Production Supervisor
Alexa Miguel 

Business Manager
Jaime-Lyn Gaudet  

Assistant General Counsel
Susana Fernandes

Deputy General Counsel
Jay Fialkov

Talent Relations
Suzy Carrington

Marketing Manager
Violet Zarriello

Audience Engagement Editor
Kendra Malone

Marketing Assistant
Jared Tetreau

Publicity
Mary Lugo
Cara White

Digital
Kirstin Butler
Tsering Yangzom

Director of Audience Development 
Chika Offurum

Development Producer
Charlotte Porter

Director of Production
Vanessa Ruiz

Director of Business Operations & Finance
Nancy Sherman

Senior Series Producer  
Susan Bellows

Executive Producer    
Cameo George

A Five Dollar Films Production In Cooperation With The Georgia Humanities Council For American Experience. 

American Experience Is A Production Of Gbh, Which Is Solely Responsible For Its Content.

© 2023 Wgbh Educational Foundation
All Rights Reserved. 

Transcript

Sarah Blackmon, madre de Douglas Blackmon: Tienes solo una oportunidad para criar a tus hijos. No hay segundas oportunidades. Estábamos muy preocupados de que nuestros hijos recibieran una buena educación.

John McCandlish, clase de 1983: De niño en Leland y al pensar ahora en dónde vivía, me parece como un Mayberry. Era una comunidad muy unida. Toda la gente se conocía. La gente realmente se preocupaba la una por la otra.

Kevin Magee, clase de 1983: Yo crecí cuidándome a mí mismo y haciendo lo que quería, básicamente. De niño sentía que todo me pertenecía y que podía ir a cualquier parte, hacer cualquiera cosa y salirme con la mía.

Brandon Taylor, clase de 1982: Había lugares que no podíamos visitar. Como las bancas de este parque. Este parque estaba prohibido para las personas negras.

Evelyn Gordon-Murray, clase de 1982: Leland estaba dividida. Estaba Black Dog, donde yo crecí, y estaba la sección blanca.

Ruido de insectos

Van Poindexter, clase de 1982: Siempre había una vía del tren. Siempre había un arroyo. Siempre había una carretera. Siempre había algo que marcaba la división entre los barrios.

Douglas Blackmon, periodista: En 1969, mi ciudad natal: Leland, Misisipi, finalmente tuvo que confrontar algo que había evadido durante años.

Roger Mudd, presentador de noticias, material de archivo: En 1954, la Corte Suprema convirtió la integración escolar en ley a nivel nacional; una ley que debía implementarse rápida y deliberadamente.

13 de enero de 1970

Roger Mudd, presentador de noticias, material de archivo: El otoño pasado, el tribunal decidió que después de 15 años, ya era hora de terminar el debate.

John Bell Williams, gobernador de Misisipi, material de archivo: La calidad de la educación pública en gran parte de nuestro estado se ha vuelto una imposibilidad bajo las condiciones impuestas por una Corte Suprema vengativa, autocrática y arbitraria.

Vernice Sanders, madre y activista: Todos los negros involucrados estaban nerviosos porque no sabíamos qué iba a pasar, pero tratamos de hacer lo que creíamos que era lo correcto. 

Superintendente, material de archivo: A lo único que esto conduce es a la destrucción de nuestro sistema escolar.

Hombre, material de archivo: Los niños negros, en general, están más atrasados que nuestros hijos en sus estudios.

Hombre, material de archivo: Tenemos una psicología en este estado que es extremadamente negativa en cuanto a la posibilidad de que negros y blancos resuelvan esto juntos. Debido a eso, nos hemos mantenido en el puesto 50 o 48 durante mucho tiempo, porque estamos ocupados en reprimir al uno y mantener al otro justo encima.

Reportero, material de archivo: ¿Qué piensa sobre ir a la escuela con alrededor de mitad y mitad de estudiantes blancos y negros? 

Estudiante, material de archivo: No me importa. Quiero decir, es la misma gente. Creo que todos deberíamos estar juntos. Y espero que nos la podemos llevar bien.

Douglas Blackmon, periodista: Mi clase fue la primera en Misisipi en tener niños negros y niños blancos juntos en la escuela desde el primer día del primer grado hasta la graduación de bachillerato. Se suponía que éramos las semillas de una gran cosecha de armonía racial. Tres décadas después, necesitaba saber qué pasó y por qué Estados Unidos sigue tan dividido después de todo lo que vivimos. Volví para investigar.

Una película de: Douglas A. Blackmon y Sam Pollard

♪ No puedes apurar a Dios

Hay que esperar

Dale tiempo

Es un Dios ♪

Editada por: Jon Neuburger, Mary Manhardt y Anne Decorte

Director de fotografía: Ryan Parker

♪ No hay prisa

Él estará ahí ♪

Música original: J. R. Shirakbari

♪ No te preocupes ♪

Douglas Blackmon, periodista: Cuando yo era niño, mi familia vivía en esta pequeña ciudad en el delta del Misisipi llamada Leland, Misisipi.

♪ Llega justo a tiempo ♪

Douglas Blackmon, periodista: Si tienes alguna visión en tu mente de una plantación de algodón en el Sur de Estados Unidos, el lugar que imaginas es el delta del Misisipi. En los años sesenta, Leland todavía estaba tan severamente segregada como siempre. En aquellos primeros años, yo notaba que era todo blanco por aquí y todo negro por allá y que la población negra tenía más problemas que la blanca. Y me dejaba perplejo. Comencé a hacer muchas preguntas, las cuales le incomodaban a todo el que le preguntaba, incluidos mis padres, en ocasiones. Y no le encontraba sentido a nada de eso. Más tarde, en la secundaria, me enteré de un lugar llamado Strike City. Strike City era un asentamiento en las afueras de la ciudad, creado a mediados de los años sesenta cuando un grupo de aparceros negros se declaró en huelga.

John Henry Sylvester, líder de Strike City, material de archivo: La razón por la que hicimos huelga fue que estaba cansado de trabajar por seis dólares al día y de que mi esposa y mis hijos trabajaran por tres dólares al día.

Douglas Blackmon, periodista: Estuvieron entre los primeros afroamericanos en la historia de Estados Unidos en rebelarse de esta forma contra un hacendado blanco. 

Había un concurso de oratoria en la ciudad patrocinado por el Club de Leones así que decidí escribir un discurso sobre Strike City. Fui a la biblioteca, leí las historias que se habían escrito en los periódicos locales en esa época. Descubrí que expulsaron a los huelguistas de sus casas, que el Ku Klux Klan los atacó y que a los hombres los vetaron del trabajo. Ninguno de los hombres volvió a trabajar. Todo tipo de experiencias terribles. Así que el ensayo que escribí de niño muestra todo esto y al final dice: “Martin Luther King llegó y el Movimiento por los Derechos Civiles resolvió todo”. Esa era la conclusión. (riendo). Entonces, el día del concurso, llego yo. Y es un salón con unos 45 hombres blancos de mediana edad.

Los otros estudiantes dieron sus discursos y luego me levanto y doy mi discurso sobre Strike City. E inmediatamente, tan pronto comienzo a hablar, me doy cuenta de que algo anda mal. Tan pronto menciono a Strike City, los hombres en el salón comienzan a reírse. Yo estaba muy confundido. Luego, a medida que procedo con el discurso y hablo sobre la valentía de los huelguistas, hacen silencio total. Cuando llego a la parte sobre los ataques del Ku Klux Klan, no hay respuesta alguna. No gano el concurso, naturalmente. Luego, los hombres se paran en fila para darnos la mano. Pero uno de los hombres da un paso atrás y espera hasta que los demás se han ido. Y se me acerca y ataca. “¿Quién te dijo todas esas cosas, muchacho? ¿De dónde sacaste esas cosas, muchacho? Nada así sucedió. ¿Tu mamá y papá te dijeron todas esas cosas? Te están llenando la cabeza de mentiras”. Y habla más y más fuerte y me quedé pensando: ¿por qué está pasando esto? ¿Por qué está este hombre tan enojado conmigo? Y está gritando y gritando. Finalmente, mi maestro se acerca, choca con el señor y dice: “¿Qué está haciendo?”. Y se da la vuelta y se va.

♪ Ahí estará ♪

Douglas Blackmon, periodista: Ese fue el comienzo de mi investigación. Me obsesioné con tratar de llegar al fondo de: ¿por qué son así las cosas?

♪ Cuando lo quieres

Llega justo a tiempo ♪

Radio sintonizando

Douglas Blackmon, periodista: En 1967, mi papá estaba terminando su doctorado y consiguió trabajo en un laboratorio de investigación en el delta del Misisipi. Así que mis padres, 2 hermanos mayores y yo nos mudamos de Baton Rouge en Luisiana a Leland. (radio sintonizando). Yo tenía tres años. Para mí, ahí fue cuando comenzó esta historia.

Sarah Blackmon, madre de Douglas Blackmon: Escogimos vivir en Leland. Nos gustaba que nuestros hijos pudieran hacer cosas solos, que pudieran andar en bicicleta por la ciudad. Nos gustaba la idea de una ciudad pequeña.

Douglas Blackmon, periodista: Leland era una comunidad activa y en crecimiento en los sesenta. La economía agrícola era fuerte, particularmente para los dueños de grandes terrenos. Casi todos se ganaban la vida, de una u otra forma, de los vastos campos de algodón y soya que nos rodeaban. (sonido de un órgano, gente cantando). Todos los años en Navidad, la gente venía de todas partes a ver las decoraciones en el ancho arroyo que fluye por el centro de la ciudad. (música de una banda de marcha). Cada otoño, había fútbol americano y desfiles de homecoming que recorrían la ciudad y terminaban en el campo de juego. (banda continúa). Todos parecían estar de acuerdo en que Leland era especial, un lugar un poco más rico que la mayoría, con mejor educación, más tolerante que otros lugares cercanos y con un cierto espíritu único.

Banda continúa

Multitud aplaude animada

James Lacey, editor de un periódico: En esa época, Leland tenía un sistema escolar inusualmente bueno. Era el orgullo de la comunidad. 

Bob Neill, clase de 1960: Crecí yendo a las escuelas de Leland. Íbamos en el autobús número 13. (riendo). El bachillerato fue una muy buena época. Y había 35 personas, creo yo, en mi promoción en 1960.

Silbato

Multitud celebrando

Locutor, material de archivo: Viene el cuarto down. (multitud celebrando).

Bob Neill, clase de 1960: El fútbol americano era el deporte importante. Todo el mundo estaba en el partido el viernes por la noche. Todos apoyaban a los Cubs. Era una comunidad apoyada… nuevamente, en términos modernos, era una escuela apoyada por la comunidad blanca. Había un equipo al otro lado de la ciudad. Dios, odio decirlo así. (riendo). Pero así era. Quiero decir, así es como crecimos.

Billy Barber, clase de 1983: Breisch High School era la escuela para la población negra y para los atletas negros en Leland, Misisipi. Hicieron un buen trabajo. Compitieron... Compitieron para llevarse títulos. 

Betty Coleman, maestra: Teníamos uno de los mejores equipos de baloncesto del estado. Baloncesto, fútbol americano, atletismo. No teníamos un gimnasio. Jugábamos afuera. Teníamos un campo de fútbol. No tenía gradería ni nada, pero era un campo de fútbol. 

Edna Scott, directora de la escuela primaria: Oh, tuvimos buenos jugadores de fútbol. Tuvimos grandes jugadores de béisbol. Hasta tenían una multitud, una multitud jubilosa, una multitud alentadora.

Betty Coleman, maestra: Me encantaba la mascota. Éramos los “Braves”, los Valientes de Breisch High.

Billy Barber, clase de 1983: Tomas a la escuela Breisch High y revisas el historial, podrían competir con cualquier equipo en el estado de Misisipi.

Jerald Jones Woolfolk, clase de 1977: La escuela era como el centro de la vida social de la población negra de Leland.

Douglas Blackmon, periodista: Lo más loco era que, la segregación racial era ilegal. Habían pasado 15 años desde que la Corte Suprema declaró en 1954 que había que desmantelar para siempre la segregación. Pero durante esos años, Leland siguió siendo dos mundos separados: uno blanco y uno negro. En la versión blanca, muchos todavía estaban cautivados con las fantasías de Lo que el viento se llevó: oficiales confederados, bellas mujeres del Sur y feas actitudes raciales.

Gente hablando y riendo

Canción Evalyne

Douglas Blackmon, periodista: Luego, en 1969 sucedió algo importante. La Corte Suprema volvió a hablar. No podía haber más retrasos. Todas las escuelas que separaban a negros y blancos tuvieron que integrarse casi que de la noche a la mañana. Comenzaba un gigantesco experimento social que cambiaría radicalmente la sociedad estadounidense. El sueño del Dr. Martin Luther King de una nación en donde crecerían juntos los hijos de los esclavos y de los dueños de los esclavos finalmente se haría realidad, supuestamente. Y de alguna manera, esperaban que esos millones de niños curaran la división racial estadounidense.

En el otoño de 1970, en mi ciudad natal, la primera clase totalmente integrada de primer grado, con niños blancos y negros, comenzó la escuela, el mismo día, en los mismos salones, con los mismos maestros y libros. Esa fue mi clase.

Evelyn Gordon-Murray, clase de 1982: Cuando empezamos el primer grado, yo no sabía nada de lo que estaba pasando. Sabes, tenía seis años, así que no sabía nada de nada. Lo que nos emocionaba era ir a la escuela.

Douglas Blackmon, periodista: A medida que se acercaba el primer día de primer grado, yo no tenía ni idea de que algo estaba pasando excepto que la escuela comenzaba y que finalmente, yo podía ir.

Brandon Taylor, clase de 1982: No hubo una conversación sobre que algo fuera diferente. Simplemente íbamos a ir a otra escuela. “Pórtate muy bien”, ¿sabes? Como tus padres querrían que lo hicieras. 

Douglas Blackmon, periodista: Había niños negros en mi clase. Eso no me pareció sorprendente o inusual porque era la única cosa… era el único tipo de escuela que yo conocía.

Donald Richardson, clase de 1982: Desde la perspectiva de un niño de cinco años no había diferencia entre los niños. Negros, blancos.

John McCandlish, clase de 1983: No tenía realmente conciencia de la integración racial. Creo que solo estaba tratando de hacer amigos.

Jessie King, clase de 1982: Fue la primera vez que experimenté… La experiencia de interactuar con los estudiantes blancos fue en la escuela y me pareció genial.

Billy Barber, clase de 1983: Venía de un preescolar Head Start en Strike City en el que solo había niños negros. Y al ir aquí a la escuela había niños blancos aquí y niños blancos por allá. No era algo que se viera todos los días.

Jessie King, clase de 1982: Todos recibíamos las mismas tablas de multiplicación. Todos hacíamos los mismos sonidos de las vocales. Todos leíamos los libros de Sally, Dick y Jane. No había diferencia. 

Donald Richardson, clase de 1982: Era la escuela. Era el primer grado. Me permitieron ser un estudiante de primero sin las cadenas de la responsabilidad: “Estás en la primera clase integrada como estudiante de primero”. “Nuestros sueños descansan sobre tus hombros”. No tuve nada de eso. Y creo que… eso está muy bien de mis padres, no haberme asustado… (riendo)… no haberme asustado por las situaciones raciales, por venir de donde veníamos.

17 de mayo de 1954

Douglas Blackmon, periodista: Nada de eso debería haber sido necesario.

James M. Nabrit, Jr., material de archivo: Es mi opinión que el Sur cumplirá y aceptará la decisión del tribunal. 

Hombre, material de archivo: No creo que haya ninguna duda al respecto. La gente del Sur respeta la ley igual que los demás.

Douglas Blackmon, periodista: En los años posteriores a la orden de la Corte Suprema, la segregación ha debido desaparecer. Pero en Misisipi y en casi todo el Sur nada había cambiado realmente.

Mujer, material de archivo: Estoy en contra de que negros y blancos vayan juntos a la escuela. Creo que, como personas blancas, hemos desarrollado un aire de superioridad sobre su raza.

Douglas Blackmon, periodista: En algunos lugares, como la escuela Central High en Little Rock, Arkansas, un puñado de estudiantes negros finalmente pudo matricularse en escuelas que habían sido solo blancas. (gritos). Pero pronto, un gran número de sureños blancos luchó con uñas y dientes para preservar la segregación.

Veronica Richardson, maestra: Los Nueve de Little Rock, estábamos pegados a los periódicos y la televisión. Aquí no participamos mucho en eso. Supongo que era demasiado arriesgado, pero estábamos al tanto y hablábamos de eso. Estábamos felices de que alguien hiciera eso.

Betty Coleman, maestra: Donde estábamos, lo que sea que estaba pasando en Little Rock no iba a pasar aquí en un futuro inmediato.

Douglas Blackmon, periodista: Ningún lugar en Estados Unidos tiene un pasado más terrible que Misisipi, con su larga historia de abuso de los afroamericanos y resistencia violenta a la equidad racial. Pero de niño, casi no entendía eso. Nunca se habló del horrible linchamiento en Leland 50 años antes. O el asesinato en 1955 de un pastor negro en el otro extremo del condado cuando comenzó a registrar votantes negros. O los incendios de iglesias y las manifestaciones del KKK. O los dos activistas de los derechos civiles apaleados durante el Verano de la Libertad en 1964, el año en que nacimos yo y la mayoría de mis compañeros. No recuerdo haber oír nada sobre Emmett Till, el afroamericano de 14 años asesinado brutalmente a apenas 80 kilómetros de mi ciudad natal por silbarle, supuestamente, a una mujer blanca. Y los adultos que conocía rara vez ofrecían una explicación a por qué las personas negras que vivían alrededor nuestro sufrían una pobreza tan implacable y abrumadora. Eso estaba en el centro de la segregación racial y separar a los niños negros y blancos durante el día escolar era la piedra angular de un sistema de vida diseñado para negar educación y servicios a los niños negros y atrapar a sus padres en trabajos que enriquecían a algunas personas blancas, pero dejaban a millones de familias negras desesperadas.

Vernice Sanders, madre y activista: Mi familia eran aparceros. Cualquier familia que vive en una granja, sus hijos también están ahí. Cortábamos algodón, recogíamos algodón. Era una vida dura y difícil. Yo quería una educación. Me levantaba temprano para ir a trabajar y luego ir a la escuela. Pero el jefe paró eso. Le dijo a mi papá que yo tenía que estar cortando algodón. Así que podía ir a la escuela cuando no había nada más que hacer.

Edna Scott, directora de la escuela primaria: Recogíamos algodón y trabajábamos en los campos, pero éramos dueños de nuestra granja. No estábamos en la granja de una persona blanca. (ruido de insectos). Un día, mi papá había ido a la desmotadora de algodón. (riendo). Y me puse de rodillas en el algodón. A él no le gustaba que te pusieras de rodillas. Y recé. Le pedí al Señor: “Señor, ayúdame a encontrar otra cosa que hacer”. “No puedo estar en este campo de algodón toda mi vida”. Así que tomé la decisión. Dije: “Quiero ir a la escuela. Quiero ir a la universidad”. Cuando mi papá volvió, me acerqué y le dije: “Papá, quiero ir a la escuela”. Él dijo: “¿Quieres ir a la escuela? Ve a la escuela”. Yo dije: “Quiero ir a la universidad cuando termine la escuela”. Vaciló y esperó un minuto. Dijo: “Pues si quieres ir, yo te ayudo, si es lo que quieres hacer”. Y lo hizo.

Betty Coleman, maestra: Yo nací y crecí aquí en Leland, Misisipi. Mi padre murió antes de que yo naciera así que mi mamá me crio. (riendo). Soy el único demonio que ella crio. Vivíamos en una casa pequeña en una zona llamada Black Dog. 

Veronica Richardson, hija de A.B. Levinson (a su lado, la otra hija de A.B. Levinson, Luada Buckner): Creo que estamos hablando de los diferentes lados de las vías del tren. Nosotros vivíamos en este lado. Era un barrio completamente segregado. Así es como crecimos.

Douglas Blackmon, periodista: Veronica Richardson, todavía la Sra. Richardson para mí, era una de las hijas de A.B. Levinson, probablemente el líder afroamericano más influyente en mi ciudad en los años de la segregación. Había estado a cargo de las escuelas negras en Leland desde los años cuarenta, balanceando con cautela cómo presionar a los líderes blancos para que les dieran más a las escuelas repletas de estudiantes negros, pero sabiendo siempre que demasiada presión era contraproducente. 

Veronica Richardson, hija de A.B. Levinson: Mi papá era el director de esta escuela y vivíamos en el campus. Nuestra casa estaba al otro lado de la calle. (riendo). Así que montaba en bicicleta por el patio de la escuela.

Betty Coleman, maestra: En la zona donde yo vivía, había muchas familias. La mayoría eran familias con un padre y una madre. Si era una familia de un solo padre/madre mi mamá se ocupaba de ellos. Ella apoyaba mucho la educación porque en ese entonces, esa era la única salida. En los restaurantes había que ir a la puerta de atrás.

Vernice Sanders, madre y activista: Trabajé en el Café Leland durante años. Aunque era la cocinera, tenía que entrar a cocinar por la puerta de atrás. 

Jerald Jones Woolfolk, clase de 1977: Los doctores tenían una entrada para las personas negras y tenían una entrada para las personas blancas. Tenían una sala de espera para las personas negras y una sala de espera para las personas blancas.

Veronica Richardson, hija de A.B. Levinson: Sin embargo, lo que odiaba era el hecho de que no podía ir a la biblioteca del centro, la biblioteca de la ciudad. Pasaríamos de largo y yo querría entrar. Pero “No puedes entrar ahí”. Nunca me dijeron por qué.

Betty Coleman, maestra: Pasábamos por el Hotel Leland en el centro y estarían poniendo la ropa de cama y echabas un vistazo por la ventana. Pero siempre pensé: “Un día de estos voy a poder hacer eso”.

Jerald Jones Woolfolk, clase de 1977: El Teatro Temple. Las personas negras tenían que sentarse en el palco y las personas blancas en la platea. No me parecía bien.

Vernice Sanders, madre y activista: Esta señora me contrató para limpiar su casa. Una vez, estaba trabajando. Fue al club de bridge o algo y me dejó ahí. Sonó el teléfono así que contesté y saludé y ella no me escuchó. Y ella estaba hablando con alguien y le dijo que tenía “que llamar a revisar… qué está haciendo esta negra”. Me causó algo. Realmente lo hizo.

Douglas Blackmon, periodista: Mi familia no era rica, pero teníamos una vida cómoda. Papá tenía un buen trabajo. Mamá enseñaba algebra en la escuela Leland High. Vivíamos en una casa de alquiler en Redbud Drive. Fiestas de cumpleaños, viajes de campamento. Y todos los años, lo que parecía una navidad perfecta. Fue mucho tiempo después que me di cuenta de lo diferente que eran las vidas de muchos de mis compañeros de clase.

Jessie King, clase de 1982: Cuando era muy pequeño, vivíamos en la plantación Neil. Las familias negras eran de aparceros. Mi papá manejaba tractores, araba los campos y trabajaba en el granero. Mi mamá era la sirvienta de una familia blanca. Y trabajaban todo el tiempo, todo el tiempo.

Cedric Bush, clase de 1985: Yo vivía en la granja Walker. El señor Jimmy Walker era el dueño de la granja y mi papá se dedicaba a la producción lechera para él. Criaban cerdos y teníamos vacas y cabras. 

Jessie King, clase de 1982: Era una vida difícil, una vida muy difícil. Teníamos una casa pequeña. No teníamos calefacción. No teníamos tuberías al interior de la casa. (termina de caer agua).

Cedric Bush, clase de 1985: Teníamos baños afuera, letrinas. Teníamos que salir solos a usar las letrinas por la noche con bichos por todas partes. Más tarde, nos mudamos de una comunidad a otra. Tuvimos la oportunidad de experimentar baños en la casa. Eso fue en 1977. Y pensé que no había nada mejor, la mejor invención del mundo.

Jessie King, clase de 1982: Mi papá se había resignado: “Así es como es. Así es como va a ser”. Pero mi mamá siempre pensó que debía haber algo mejor. (ruido de insectos). Nunca olvidaré una noche en particular. Estábamos sentados en el porche esperando que saliera del trabajo. Hacíamos eso todos los días, porque no cenábamos antes de que él llegara a casa. En ese entonces, había capataces que supervisaban a los trabajadores de la plantación. Mi padre debe haber hecho algo que no le gustó al capataz y lo pateó una vez se bajó del camión…

Sam Pollard, entrevistador: ¿Pateó a tu padre?

Jessie King, clase de 1982: Pateó a mi padre, enfrente a mi mamá y a mis hermanos. Quedé en shock porque era mi papá. Fue tan impactante que no supe qué decir o qué hacer. Es como si hubiéramos quedado congelados, quedamos heridos porque era nuestro héroe. Mi mamá, por supuesto, sabía que si hubiera devuelto el golpe también moriría. Ella lo sabía. Esa fue la gota que colmó el vaso para ella. No quería ver a sus hijos atrapados en una plantación. Quería que sus hijos tuvieran una educación ya que ni a él ni a ella se los habían permitido. Mi mamá empacó todo y nos mudamos a Leland. Y cuando papá salió del trabajo, encontró una casa vacía. Lo siguiente que supimos es que apareció. Creo que dijo: “¿Qué haces aquí? ¿Quién te dijo que hicieras esto?” Y su respuesta fue: “El agua en la tina está lista”. Y lo siguiente que supe, estaba bañándose y ese fue el final de la historia. 

Edna Scott, directora de la escuela primaria: Cuando vine a Leland en 1953, el edificio donde estaban los estudiantes de primaria era de madera.

Betty Coleman, maestra: Ahí empecé primer grado. Dudo que hubiera diez salones. Era un pasillo largo. Y a cada lado había salones. 

Veronica Richardson, maestra: Los libros de texto eran usados. Puede que tuvieran el nombre de alguien escrito al frente.

Edna Scott, directora de la escuela primaria: No teníamos muchos materiales y cosas así, pero trabajamos bien con lo que teníamos. Había maestros dedicados, gente a la que le importaban los estudiantes y que veían sus necesidades y los ayudaban.

Douglas Blackmon, periodista: Para la mayoría de las personas blancas en Misisipi, llevar a cabo los cambios que la Corte Suprema exigió en 1954 era inimaginable o incluso repulsivo. Así que, en lugar de abolir las escuelas segregadas, Misisipi hizo exactamente lo contrario: lanzó una agresiva campaña para convencer al resto de EE. UU. de que blancos y negros deberían permanecer separados y comenzó a construir y expandir más escuelas segregadas. 

 

“El Mensaje de Misisipi”, 1960

 

Tommy Naylor, comisión financiera de educación estatal, material de archivo: Desde 1956, la legislación estatal ha aportado 80 millones de dólares para construir escuelas. El 70% se ha gastado en escuelas negras y el 30% en escuelas blancas. Cada semana de los últimos tres años, hemos terminado en promedio tres nuevos edificios o adiciones a los edificios. Se han adjudicado contratos para más de 5 000 salones: 3 500 para niños negros y aproximadamente 1 500 para niños blancos.

 

Douglas Blackmon, periodista: El Comité Escolar de Leland, conformado por solo blancos, también redobló la segregación agregando un ala de salones de clase, un gimnasio, una cafetería y una biblioteca a la ruinosa escuela para niños afroamericanos. Y la llamaron: sí, en honor a Abraham Lincoln. Agregaron una fotografía aérea de la escuela negra de Leland al texto de historia de Misisipi que usaban los estudiantes de noveno en el estado, incluyéndome a mí, 25 años después. El pie de foto la describía como un ejemplo de la educación de los alumnos negros. Durante la siguiente década nada más cambió. Los niños negros y blancos seguían asistiendo a escuelas completamente separadas. Hasta 1965 cuando el gobierno federal finalmente comenzó a presionar a las escuelas del Sur para que obedecieran la ley. Leland adoptó el que se llamó el plan “libertad de elección”, el cual se supone que permitía que cualquier familia, independientemente de su raza, fuera a la escuela que eligiera.

 

Vernice Sanders, madre y activista: Mi hija, bajo la libertad de elección, fue a la escuela Leland High en noveno grado, a un bachillerato integrado.

 

Maestra, material de archivo: Todas las personas...

 

Vernice Sanders, madre y activista: Pensé que, al tener estas escuelas integradas, nuestros hijos tendrían la oportunidad de tener una mejor educación; eso es lo que pensé.

 

Jerald Jones Woolfolk, clase de 1977: Yo era consciente de la libertad de elección y de que hubiera podido elegir ir a la escuela blanca. De niña, mi piel era bastante clara. Y recuerdo hablar con mi mamá y mi papá sobre poder ir a la escuela blanca. Yo dije que encajaría perfectamente y mi madre dijo: “Tú vas a ir a la escuela Lincoln”.

 

Edna Scott, directora de la escuela primaria: En esa época, yo era la vicedirectora de la escuela primaria negra. Ahí es adonde iban muchos estudiantes negros.

 

Douglas Blackmon, periodista: ¿Y cuántos estudiantes blancos eligieron ir a la escuela negra? 

 

Edna Scott, directora de la escuela primaria: Ninguno. Creo que no había estudiantes blancos. Ninguno.

 

Douglas Blackmon, periodista: En realidad, la libertad de elección fue una artimaña diseñada para cumplir, en teoría, con la ley federal, pero en la práctica, mantener la segregación. Ninguna familia blanca iba a elegir la escuela negra y los padres de familia negros sabían que podría haber serias consecuencias si mandaban a sus hijos a las escuelas blancas.

 

Veronica Richardson, maestra: Algunos padres negros enviaron a sus hijos a la escuela blanca a pesar de que sabían que habría animosidad en su contra.

 

Douglas Blackmon, periodista: La amenaza era real. Ya en la década de 1950, el estado de Misisipi estableció una comisión independiente que tenía detectives y sus propios agentes para espiar y acosar al que apoyara el Movimiento por los Derechos Civiles. Incluso contrataron un informante en Leland. Y cuando la policía se enteró de que B. T. Grossley, el plomero de la ciudad estaba formando en secreto una división de la NAACP, amenazó con destruir su negocio y que su iglesia sería la próxima en arder. Pero había un grupo de afroamericanos que ya no tenía mucho que temer. Las familias de Strike City lo habían perdido todo. Nunca recuperaron sus casas o sus empleos. Los habían acosado y aterrorizado. Aun así, lograron construir casas y un salón de reuniones. Recibieron fondos federales de la batalla contra la pobreza para abrir un programa de preescolar Head Start. Strike City se convirtió en un centro del activismo. Los huelguistas incluso llevaron sus carpas al césped del capitolio. Y en 1966, su líder, un exconductor de tractores llamado John Henry Sylvester, testificó ante el Congreso sobre las dificultades y el abuso en Misisipi. Cuando la libertad de elección finalmente abrió esas primeras vacantes en las escuelas blancas de Leland, las familias de Strike City no se dejaron intimidar.

 

Emma Sylvester Adams, residente de Strike City: Yo fui uno de esos primeros niños integrados a la escuela blanca. La escuela Dean School. Tenía 13 años en sexto grado. Fue difícil cuando nos fuimos para allá. Si te sentaban en la mesa con algunos de los blancos, se levantaban y se cambiaban. No querían estar cerca de ti. Y otra cosa, teníamos que ir al baño aparte de los niños blancos. Tocaba esperar a que fueran al baño y luego podíamos ir. Algunos maestros eran buenos. Algunos no lo eran. Algunos no querían ayudarnos a aprender… Estarías preguntando algo y te decían que te sentaras. “Haz lo que te dije. Busca en el libro si quieres saber eso”. El director era el hombre blanco más malo que haya visto en mi vida. Si te encontraba en el baño con un blanco te hacía sentarte en el pasillo. Y te sentaban en el pasillo hasta que era hora de irse a la casa. No te dejaba volver al salón. Y al día siguiente tenías que ir con tus padres. Bueno, llevé a mi papá conmigo. Mucha gente dice que mi papá es malgeniado, pero John Henry Sylvester no era malgeniado. No le gustaba que nadie se metiera con sus hijos. Fue a la oficina, a mí no me dejaron entrar. Y a partir de ese día, no tuve ningún problema en la escuela.

 

Douglas Blackmon, periodista: Después de unos años, la libertad de elección había resultado como estaba previsto. Apenas el tres por ciento de los niños negros de Misisipi asistía a la escuela con niños blancos. De los 70 estudiantes en la promoción de 1969 de Leland High, solo 3 eran afroamericanos. Los sureños blancos siempre insistieron en que, si realmente tocaba abandonar la segregación, debería ocurrir lo más lentamente posible. Pero se estaba agotando el tiempo para un cambio gradual.

 

Titular de un periódico: Creciente insatisfacción observada entre la población negra por el ritmo para eliminar la segregación.

 

Douglas Blackmon, periodista: En 1969, las tensiones en Leland estallaron. Afroamericanos boicotearon las tiendas propiedad de blancos. Los estudiantes del bachillerato negro organizaron una huelga y trataron de ir al otro lado de la ciudad al bachillerato blanco, pero el jefe de policía les lanzó gases lacrimógenos. Se armó una pelea. (vidrio rompiéndose). Rompieron ventanas. Un hombre blanco confrontó a dos adolescentes negros frente a una tienda en las afueras de la ciudad, sacó una pistola… (disparo)… y le dio a un afroamericano de 16 años. Sobrevivió, pero no hubo una investigación seria. Al hombre nunca lo acusaron. 

 

Sarah Blackmon, maestra: Todo el tiempo había noticias sobre la presión para integrar en diferentes partes del Sur. Cuando comenzó el año escolar de 1969, se discutió mucho más lo cerca que estaba una integración total. Es probable que haya un cambio importante. No sé si este sea el mejor momento para contar esta historia, pero ya que estamos hablando de la integración. En 1962, me acababa de graduar de Louisiana Tech y nos mudamos a Carolina del Norte para que tu padre hiciera su posgrado. Así que yo necesitaba trabajo. Conseguí trabajo enseñando en una pequeña escuela rural. Cuando me entrevistaron, el director dijo: “Bueno, debe saber que este año vamos a integrar la escuela”. Y yo… (titubeando). No podía… No tenía la opción de escoger si eso me parecía bien o no porque necesitaba un trabajo. Luego él dijo que la escuela indígena iba a cerrar así que tendríamos estudiantes indígenas. Esa era la integración de la que hablaba. Y yo estaba totalmente confundida. No tenía ni idea de que los habían mantenidos separados y no sabía que yo debería tener un prejuicio en contra suya; que no tenía. Durante ese año, seguí tratando de entender por qué había ese prejuicio. Y cuando comencé a darme cuenta de que ese prejuicio que vi estaba mal, en mi opinión, entonces mis ideas comenzaron a cambiar sobre lo correcto y lo incorrecto en cuanto a la raza. Me di cuenta de que teníamos que abrir la sociedad y las oportunidades educativas a otros grupos de personas, incluidas las personas negras.

 

♪ ♪

 

Titular del periódico The New York Times, 20 de octubre de 1963: La Corte Suprema ordena la integración escolar de inmediato; rechazan la propuesta de Nixon de demorar.

 

Douglas Blackmon, periodista: En octubre de 1969, la Corte Suprema finalmente emitió el fallo que cambiaría todo. El fallo en Alexander contra Holmes combinó decenas de demandas contra los sistemas escolares blancos en Misisipi y les ordenó a todos integrar realmente las escuelas, de inmediato. No más “tómense su tiempo”, no más, “con toda la rapidez debida”. El fallo fue clarísimo: “cierren todas las escuelas públicas segregadas en la mitad del año académico, combínelas y vuelvan a abrirlas como escuelas completamente integradas”. 

 

Chet Huntley, noticias NBC, material de archivo: En el Sur, la reacción al fallo de la Corte Suprema fue predecible, de enojo y rápida. El gobernador de Georgia, Lester Maddox, lo llamó criminal. Otros lo caracterizaron como un desastre para la educación pública. 

 

James Eastland, senador de Misisipi: Ahora vamos a tener un mayor número de escuelas privadas formándose en este estado. Y he descubierto que ninguna de las razas desea escuelas altamente integradas.

 

James Lacey, editor de un periódico: Oh, terrible. Él intercambiaría cualquier voto por la segregación. Vienen hoy con este tipo de cosas, bueno, es excusar las actividades de alguien como el senador Eastland: “Así eran las cosas entonces”. Eso es una tontería. Así era como lo hacía Eastland en ese entonces, no como eran las cosas en ese entonces. Podría haber sido diferente si hubiera querido.

 

♪ ♪

 

Betty Coleman, maestra: En la mitad del año escolar, tuvimos que eliminar la segregación. 

 

Veronica Richardson, maestra: Si el fallo salió el jueves, el lunes llegaron los camiones porque tenían que llevarse todos los pupitres pequeños a una escuela y los pupitres grandes a otra escuela. 

 

Betty Coleman, maestra: Teníamos un camión grande y empezamos a llenarlo de libros y cosas.

 

Edna Scott, directora de la escuela primaria: El superintendente me llamó a su oficina y me dijo: “usted va a ser la directora de la escuela Dean”. Lo primero que hice, se me fue la voz, estaba muy nerviosa y molesta. 

 

Betty Coleman, maestra: Muchos de los padres de familia blancos eran reacios a que los maestros negros les enseñaran a sus hijos. El director me dijo: “Usted va a enseñar ciencias”. Supongo que dijeron: “Esa materia no es importante así que déjenla enseñar ciencias”. “Ella es negra, no puede enseñar a leer”. “No está preparada para enseñar matemáticas”. “Le daremos algo insignificante, dejemos que enseñe ciencias”. A mí no me gustaban mucho las ciencias, pero dije: “Bueno, si tengo que enseñar ciencias, va a ser la mejor clase de ciencias que hayan tenido”.

 

♪ ♪

 

Bob Blackmon, padre de Douglas Backmon: Rápidamente nos enteramos de que muchos de los maestros afroamericanos tenían títulos de prestigiosas universidades: Ohio State, Michigan State. Y no podíamos entender por qué. Y luego descubrimos que el estado de Misisipi les dio becas a esas personas para ir a estudiar en otros estados en vez de integrar universidades como Ole Miss y Mississippi State. Y por eso los maestros, en la superficie, los maestros negros parecían mejor preparados que los maestros blancos. 

 

James Lacey, editor de un periódico: Cuando tuvo lugar la integración escolar, hubo este esfuerzo por apoyar las escuelas públicas.

 

Sarah Blackmon, madre de Douglas Blackmon: Tu padre y yo éramos firmes defensores de las escuelas públicas. Ahora, hay por lo menos dos razones diferentes. Una es financiera. No creíamos poder pagar para mandar a nuestros hijos a una escuela privada. Pero también, filosóficamente, pensábamos que la integración estaba bien. No estábamos marchando por la integración, pero no nos oponíamos como mucha de la gente que conocía.

 

Douglas Blackmon, periodista: ¿Tuviste dudas?

 

Sarah Blackmon, madre de Douglas Blackmon: Tuvimos muchas dudas al respecto. Tienes solo una oportunidad para criar a tus hijos. No hay segundas oportunidades. Y estábamos muy preocupados de que nuestros hijos recibieran una buena educación. Era algo que nadie había hecho antes. No sabíamos cómo iba a resultar. Pero creíamos de todo corazón que teníamos que darle una oportunidad.

 

James Lacey, editor de un periódico: Teníamos a Bert Tuggle, un joven predicador en la iglesia presbiteriana. Se levantó y dijo lo impensable: “La segregación no es cristiana”. Ahora, esa era una declaración audaz para esa época. Nunca había escuchado a un predicador decirlo y aquí nadie había escuchado a un predicador decirlo. Tal vez en privado, pero no desde el púlpito. La reacción fue descontento, indignación, ira. Mi reacción personal: estaba orgulloso de él. 

 

Bob Blackmon, padre de Douglas Backmon: Dijo valientemente desde el púlpito, que hacer esto era lo correcto. Esencialmente, su posición dividió esa iglesia. Había alrededor de un tercio de la congregación a la que no le gustó lo que estaba diciendo y abandonaron la iglesia. ¿Pero adivina qué? La iglesia estaba mejor sin ellos.

 

Douglas Blackmon, periodista: Un grupo de padres de familia negros y blancos comenzó a reunirse en privado todos los jueves por la noche, casi siempre en iglesias de la comunidad negra y a menudo dirigidos por el Sr. Grossley, el plomero afroamericano que se negó a dar marcha atrás cuando el estado de Misisipi lo amenazó con arruinar su negocio. La Sra. Scott, la implacable directora negra de nuestra escuela primaria, también se unió. Esas sesiones llevaron a reuniones públicas aún más grandes.

 

Sarah Blackmon, madre de Douglas Blackmon: Según recuerdo, hubo varias reuniones comunitarias en el auditorio de la escuela donde se discutieron estos temas. Repartieron folletos que decían: “Piensa positivamente”. “Mantén una actitud positiva sobre esto”. “No asumas que todo va a ser negativo”. 

 

Edna Scott, directora de la escuela primaria: Un hombre, nunca lo olvidaré, tenía un parche en un ojo. Se levantó en la reunión y preguntó: “¿Cómo es que ellos quieren venir a nuestra escuela?”. “Déjenlos quedarse en su propia escuela”. Algunas personas de la comunidad blanca realmente no pensaron que fuera a suceder.

 

Sarah Blackmon, madre de Douglas Blackmon: Un grupo de personas comenzó a decir públicamente: “Vamos a mantener a nuestros hijos en la escuela pública”. Decidimos comprar un anuncio en el periódico local, The Leland Progress, y arriesgamos poner nuestro nombre: estamos comprometidos con la educación pública.

 

Douglas Blackmon, periodista: Los nombres de mis padres estaban en la parte superior de la lista. Unos días más tarde, el Ku Klux Klan arrojó volantes con amenazas en el jardín delantero de nuestra casa y de las demás casas de la calle. Pero el anuncio en el periódico siguió saliendo, todas las semanas durante un mes, cada vez con más nombres. 

 

ESCUELA PRIMARIA

 

Douglas Blackmon, periodista: Finalmente, era el momento de que mis compañeros y yo comenzáramos primer grado. Nuestra clase llegó el 4 de septiembre de 1970, bajo el cielo abrasador del delta del Misisipi. Cuando llegó ese día, más de la mitad de los niños blancos de Leland no llegaron, pero la otra mitad sí.

 

Kevin Magee, clase de 1983: El primer día de clases para mí, no sé, supongo que me sentí como cualquier otro niño el primer día de clases. Un poco nervioso. Mi madre fue conmigo para matricularme y entregarle su niño a la Sra. Scott que era la directora.

 

Cedric Bush, clase de 1985: Los hijos de los dueños de las plantaciones yendo a la escuela con nosotros. Uno pensaría que nos tratarían de manera diferente, pero en realidad no sucedió así. Jugábamos, íbamos al recreo, almorzábamos juntos. Lo único era que no tomábamos juntos el autobús, porque en ese momento sus padres tuvieron la suerte de llevarlos en auto a la escuela.

 

Douglas Blackmon, periodista: El único recuerdo explícito y de índole racial, específicamente, que tengo de esos primeros días fue estar un día jugando en el parque y otro niño blanco viene y claramente está repitiendo algo que escuchó de sus padres. Pero dijo: “Creo que todos… creo que todos los negros deberían volver a África”. Y recuerdo mi asombro ante la idea de que fueran de África. (riendo). Porque en mi limitada imaginación lo que yo escuché quería decir que estos niños a los que yo conocía habían nacido en África y venido a Leland, Misisipi para ir a la escuela. Y recuerdo que dije: “¿Anthony, Craig y Donald son de África?”. Y él dijo: “Sí, todos son de África”. (riendo). Así que… para mí… yo pensé: “¡guau!”. “Eso es increíble”.

 

Evelyn Gordon-Murray, clase de 1982: Es posible que te enseñaran cosas en casa, pero no las enseñaron en la escuela.

 

Donald Richardson, clase de 1982: Algunos de mis amigos negros me llevaron a un lado y muy serios, uno a cada lado, dijeron: “Hoy vas a jugar con nosotros”. “Hoy vas a jugar con los niños negros”. “Se supone que no debes estar allá con los niños blancos. Se supone que debes estar con los niños negros”. Y me presionaron y hablaban en serio. Y hasta cierto punto, parecían estar molestos. Y les dije: “Vamos a jugar todos juntos”. “A ellos no les importa que juegues con ellos, yo voy a ir”. Pero siguieron insistiendo y no fui con ellos. Fui con mi amigo Jimmy porque con él jugaba todos los días.

 

Kevin Magee, clase de 1983: Fue genial, no creo que hubieras podido… Especialmente en la primaria, no sé si podrías haber tenido una mejor experiencia o mejores maestros o mejor supervisión. No recuerdo haber tenido ningún problema con nada en ese momento. 

 

John McCandlish, clase de 1983: Siempre nos llevamos bien en la escuela. Estoy seguro de que hubo cosas que tal vez estoy olvidando donde no nos llevábamos bien desde una perspectiva racial, pero a mí me parecía que cuando eliminabas la escuela y salías a la comunidad, y odio decir esto, pero los adultos no aceptaron la integración.

 

Kevin Magee, clase de 1983: Recuerdo que era amigo de bastantes personas. Recuerdo que mi madre tuvo que decirme: “Ellos no van a ir a la escuela contigo, van a ir a otra parte”. Y pensé que era un poco extraño. ¿Cómo es que ellos no van a ir a la escuela con nosotros?

 

James Lacey, editor de un periódico: El grupo de personas que no soportaba la integración se juntó y creó Leland Academy y sacaron a muchos niños de la escuela pública. 

 

Bob Neill, junta directiva de Leland Academy: Yo estuve en la junta original para comenzar Leland Academy. No sé qué tan profundo quieres meterte en la mentalidad, pero no creo que haya sido tanto una cuestión racial como una cuestión social, cultural, moral, económica. Um... Y educativa. Había… yo creo que esas figuraron más que la raza, aunque hubo un factor racial.

 

Douglas Blackmon, periodista: Por todo Misisipi, y pronto por todo el Sur, la comunidad blanca que se oponía a la integración racial estaba haciendo algo que la Corte Suprema nunca hubiera creído posible. Escuelas privadas con solo estudiantes blancos como la de Leland, aparecieron de la noche a la mañana en decenas de ciudades.

 

Phil Jones, noticias CBS, material de archivo: En el distrito escolar de Canton, Misisipi, padres e hijos han estado trabajando todo el día para convertir esta antigua planta de fabricación de carpas en una academia para los grados 1 a 12. La mayoría de los 1 400 estudiantes blancos del distrito ya están matriculados.

 

♪ ♪

 

Douglas Blackmon, periodista: Pronto, había más de 100 escuelas como estas en todo Misisipi y en los estados vecinos, a las que asistieron más de 30 000 estudiantes blancos. La mayoría de las nuevas escuelas, incluyendo a Leland Academy, decían no excluir a los niños afroamericanos. Pero la verdad es que hacían parte de una asociación de escuelas privadas que durante años les exigió en secreto que le negaran la admisión a cualquier niño negro y que nunca contrataran a un maestro negro. Leland Academy abrió en 1969 en el edificio de una iglesia baptista cercana, mientras los organizadores construían rápidamente un nuevo edificio en un terreno baldío justo al lado del campo de fútbol de Leland High School. 

 

Betty Coleman, maestra: En el momento de la integración, mis expectativas eran que las familias blancas se irían.

 

Edna Scott, directora de la escuela primaria: No me sorprendió para nada. Sabía la razón por la que estaban haciéndolo. Simplemente, no querían estar con personas negras. 

 

Betty Coleman, maestra: Y en gran parte, creo que tenía que ver con… (chasquido), ignorancia, lo siento. Quiero decir que “no conocían”. Si no conoces algo, le tienes miedo. Entonces, muchas de las familias blancas solo conocían a sus sirvientas. Y para algunos de ellos, eran gente, pero no personas.

 

Sarah Blackmon, madre de Douglas Blackmon: Antes de mudarme a Leland, nunca había tenido una conversación con una persona negra, como iguales, hasta que mis hijos entraron a la escuela en Leland y Veronica Richardson era una de las maestras de Glenn, mi hijo mayor. Y siempre me reunía con los maestros. Y ella habría sido la primera persona, que yo recuerde, donde una persona negra y yo tuvimos una conversación de igual a igual. Nunca había tenido esa experiencia.

 

♪ ♪

 

Veronica Richardson, maestra: Siempre me pregunté: ¿cómo pueden todos los niños blancos ir a una escuela privada? ¿Cómo pueden pagarla? ¿Y que había allá que fuera tan diferente? Porque en gran medida tratábamos de satisfacer a la comunidad blanca en el sistema escolar.

 

Pam Pepper, clase de 1982: Yo empecé la escuela en Leland Academy. Era una escuela con solo estudiantes blancos. Creo que era una combinación de niños cuyos padres, activamente, no querían que fueran a la escuela pública y niños cuyos padres estaban interesados en la escuela pública, pero preocupados porque nadie sabía realmente a donde se dirigía este experimento. Así que había una combinación de: “Mi hijo nunca va a ir a una escuela pública” y “quisiera que mi hijo fuera a una escuela pública, pero no sé cómo va a salir esto”. Daba la impresión de ser algo improvisado y supongo que lo fue. Estaba en la carretera en un edificio que medio parecía una escuela. Era muy pequeño, no había muchos niños y estaba vacío. No había árboles ni nada. Parecía recién construido. Mi recuerdo es: “Son instalaciones temporales”, más o menos.

 

Douglas Blackmon, periodista: En el año previo a la integración total, las escuelas públicas de Leland apenas habían cambiado con respecto a la década anterior. La escuela afroamericana seguía siendo 100% negra. Las escuelas de Leland que antes eran solo blancas todavía eran más del 90% blancas. Solo 81 alumnos negros habían compartido salones con más de 1 000 alumnos blancos. Después de convertirse en un único sistema escolar, las escuelas de Leland eran 80% negras y 20% blancas.

 

Sarah Blackmon, maestra: Ese año escolar, yo volví a enseñar tiempo completo.

 

Douglas Blackmon, periodista: ¿Cómo reaccionaste al estar rodeada de personas negras?

 

Sarah Blackmon, maestra: Tuve que aprender rápidamente. Había cosas que había dicho toda mi vida, como llamar a mis alumnos: “niños y niñas”. Pero comencé a darme cuenta de que, para mis estudiantes negros, ser llamados “niño”, que siempre los llamaran “niño”, era muy ofensivo. No quería ofender a mis estudiantes. Entonces trabajé en nunca llamarlos “niños”. Trabajé en no hacer cosas que sabía que eran ofensivas. Soy una maestra. Quería que mis estudiantes aprendieran. Y si mi comportamiento les impedía aprender, entonces tenía que hacer algo con mi comportamiento.

 

Edna Scott, directora de la escuela primaria: Primero, tuve algunas dificultades con los maestros. Hubo maestros que se fueron a otra escuela porque se negaron a trabajar para mí o conmigo. Una en particular con la que tuve que lidiar, déjame decirte. Yo odiaba ver una escuela con una persiana abierta y la otra cerrada. Así que hice un anuncio: “Por favor, ajusten sus persianas antes de irse”.  Ella dijo que llevaba en esa escuela no sé cuántos años. No sé cuántos años dijo. Pero dijo que a ella nunca nadie le había pedido hacer eso. Yo dije: “Está bien”. Solo dije: “Está bien”. Así que, por la tarde, cuando terminaba la escuela, caminaba el pasillo hasta su salón. Estaría sentada en su escritorio, los niños se habrían ido. “Hola, ¿cómo estás?”. Me acercaba a la ventana, ajustaba la persiana y me iba. Hice eso tres días seguidos. Al cuarto día entré y nunca lo olvidaré. Ella dijo: “No tienes que venir a ajustar las persianas. Yo puedo ajustar las persianas”. Yo le dije: “Si te parece. Si te parece bien”. Desde entonces, cuando yo llegaba, ella ya había ajustado las persianas y se había ido. Eso lo resolví yo y el buen Dios.

 

♪ ♪

 

Veronica Richardson, maestra: El cuerpo docente se la llevaba bastante bien, entre maestros blancos y negros. Algunos de nosotros nos hicimos amigos a lo largo de los años. Estrategias de enseñanza, ¿cómo haces esto?, ¿cómo enseñas esto? y compartíamos maneras que podíamos usar para manejar a los alumnos. No hablamos demasiado sobre la raza. Hablábamos más bien de las personas.

 

Van Poindexter, clase de 1982: La forma en que la escuela estaba organizada, había A, B, C, D, hasta G y H, en cuanto a la división de los alumnos en las clases.

 

Niños jugando

 

Kevin Magee, clase de 1983: Al empezar la primaria, teníamos que hacer una prueba y después agrupaban a las personas.

 

Donald Richardson, clase de 1982: Todo eso de grupos A, B, C… Y recuerdo claramente las conversaciones con otros alumnos negros sobre los grupos por habilidades. Paul Chambers y estoy tratando de acordarme, tal vez Craig Rainey, eso es todo. Solo tres hombres afroamericanos en el grupo A, en una ciudad, por decir lo menos, repleta de hombres afroamericanos. (riendo)

 

Evelyn Gordon-Murray, clase de 1982: La sección A tenía principalmente alumnos blancos. Pero yo estaba en la sección B. La sección B tenía en su mayoría alumnos negros, algunos blancos. Te acuerdas de eso, ¿verdad? (riendo)

 

Donald Richardson, clase de 1982: Más tarde en la primaria, algunos de los estudiantes afroamericanos se hicieron una verdadera idea de esos grupos: A, B, C. Y yo dejé Leland en sexto grado y fui a Greenville porque nos habíamos mudado. Así que estoy hablando de alumnos de cuarto o tercero que comprendían que: “Nos agrupan por habilidades, pero puede que esto no sea justo”.

 

Van Poindexter, clase de 1982: Empecé cuarto grado en C. Sabías que si estabas en C no eras tan inteligente como los niños en 4B o 4A, no eras tan bueno como los niños en 4B o 4A. Así que tú sabías que eras como… ¿Qué es una C? Una C es promedio. Sabías que eras promedio y así es como se entendía. 

 

Veronica Richardson, maestra: Lo que hacíamos en esa época era agrupar por habilidad después de hacer una prueba. Los padres de familia blancos que se quedaron eran personas con visión de futuro. Así que naturalmente, sus hijos estaban en buen estado y cuando hacían esas pruebas, muchos alumnos blancos terminaban juntos. Tenías entonces, en cierto modo, una especie de segregación. 

 

Van Poindexter, clase de 1982: Decidí que no me iba a quedar en 4C. Pienso que pertenezco a A y voy a trabajar para asegurarme de hacerlo, y lo hice. En quinto grado, me movieron a 5B y había un poco más de niños blancos, pero todavía la mayoría eran negros. Pero luego me movieron a 6A. Ahí es donde tú y yo nos conocimos, 6A era al revés. Eran en su mayoría alumnos blancos de clase media, media-alta los que estaban en esas clases. Soy un alumno nuevo empezando así que yo era un intruso. Me están mirando como: “¿Cómo hiciste para entrar aquí? ¿De dónde vienes?” No solo los estudiantes blancos, sino más aún los negros. Así que tuve problemas. Tuve problemas de bullying con varias personas. Y no mencionaré nombres…

 

Pam Pepper, clase de 1982: Leland Academy solo iba hasta el sexto grado. Así que mis padres tenían la opción: o ponerme en un autobús a otra ciudad o mandarme a la escuela pública. Y para entonces, habían sido seis años de la escuela pública, el mundo no se había derrumbado y el cielo no se había caído. Y creo que mi padre estaba enseñando en Leland High en ese punto. Y mi mamá conocía a muchos de los maestros. Y creo que comenzó a sentir que la enseñanza era mejor, en muchos sentidos, en la escuela pública que en algunas escuelas privadas. Así que tomaron la decisión de enviarme a la escuela pública, lo cual terminó siendo una de las mejores cosas que me hayan sucedido…

 

Douglas Blackmon, periodista: Las escuelas públicas de Leland no eran perfectas, pero significaba algo cuando familias como la de Pam Pepper regresaban. Las cosas estaban cambiando. (redoblar de tambores, multitud hablando). En 1976, Leland se alistó para la clásica celebración en una pequeña ciudad del bicentenario de la fundación de Estados Unidos. (música de banda de marcha). La ciudad renovó la antigua estación del tren. Nuestro congresista dio un discurso.

Douglas Blackmon, periodista: Hubo dos desfiles, paseos en carroza, unidades de la ROTC, una carroza que celebraba al equipo de fútbol americano de Leland High. Y los Lobatos de los Scouts marchando por la calle principal con mi madre, eran blancos y negros. Yo marché con la banda de la secundaria. Lucíamos con orgullo azul y dorado, los antiguos colores de Breisch High.

Bob Blackmon, padre de Douglas Backmon: Pensamos que esto finalmente va a funcionar. Creíamos que habíamos hecho algo bueno. Íbamos a cambiar las cosas y quizás comenzar a crear “la amada comunidad” de Martin Luther King. Éramos optimistas. Sabíamos que después de tantos años de haber eliminado la segregación, éramos bastante optimistas de que iba a funcionar. 

ESCUELA SECUNDARIA

Ruido de insectos y de aves

Donald Richardson, clase de 1982: Un niño blanco que había ido a una escuela privada toda su vida y que luego vino a nuestra escuela parecía estar bien, a primera vista, pero yo me di cuenta y mis compañeros de clase negros y blancos se dieron cuenta de que él no había estado alrededor de niños negros. Estábamos en fila, me tropecé con una piedra y choqué con él. Y él le dijo a la maestra que yo lo había empujado. Y la maestra me sacó, mi maestra blanca me sacó. Ella cruzó el pasillo, llamó a otra maestra que era negra y ella me castigó. Me dieron tres golpes por eso. Y recuerdo estar muy molesto, recuerdo llorar. Recuerdo estar muy confundido sobre por qué la maestra negra tuvo que venir a castigarme. Pero más aún, ¿por qué la maestra blanca simplemente aceptó lo que él dijo sin dudarlo? 

Lincoln Coggin, clase de 1982: Mi primer año en el sistema escolar de Leland fue en sexto grado. (niños hablando). Y el primer día en el recreo, me tropecé con este niño negro que estaba en mi grado. Y fue completamente accidental, pero sus amigos eran como: “¿Vas a dejar que este tipo te haga esto?”. Se volvió conflictivo muy rápidamente. Así que nos peleamos. 

Van Poindexter, clase de 1982: Había tensión entre algunos de los estudiantes blancos y algunos de los estudiantes negros y…  Dios, no fue mucho después de la época en que Roots estuvo en la televisión ocho noches seguidas. (respirando con dificultad). Eso avivó aún más ese tipo de fervor racial.

Douglas Blackmon, periodista: Parecía haber cierta tensión o animosidad en la escuela, aunque no era claro de qué se trataba o dónde había empezado. ¿Fueron los niños blancos los que tuvieron animosidad primero o los negros? No lo sabía. Probablemente no importó, no debía ser la primera vez. Pero simplemente había una tensión inexplicable entre los alumnos negros y los alumnos blancos que se iba acumulando.

Van Poindexter, clase de 1982: Tus padres te hablaban sobre: “A las personas blancas, tienes que hablarles de cierta manera”. Estaba arraigado en ellos y nos daban esa charla para decirnos: “Tienes que comportarte de cierta manera alrededor de la gente blanca o te vas a meter en problemas”. Hemos tenido esa charla. No nos gusta el hecho de haber tenido esa charla. Y ahora estoy con un tipo que es mi compañero de clase y tengo que caminar en puntas de pie. Y ahí es donde había mucha tensión. Yo no voy a caminar en puntas de pie. Y hubo peleas. 

Lincoln Coggin, clase de 1982: El tipo con el que tuve una pelea, más lucha libre que una pelea, fue Billy Barber. Y le hice sangrar la nariz. Lo digo con certeza porque todavía puedo verlo en mi mente. Así que los maestros vienen y nos separan y bajamos a la oficina del director y ni siquiera nos conocíamos. ¿Cómo podíamos estar enojados con el otro? Ni siquiera nos conocíamos.

Douglas Blackmon, periodista: Don, tengo este recuerdo y estoy tratando de acordarme si es cierto. A mí me encantaban los G.I. Joes y a ti también.

Voz en un comercial, material de archivo: El Centro de Operación de Cohetes de Super Joe, requiere ensamblaje, imagínate la diversión y las aventuras que tendrás con el Centro de Operación de Cohetes de Super Joe.

Douglas Blackmon, periodista: ¿Te acuerdas de eso?

Donald Richardson, clase de 1982: Muy bien. Nos fascinaban los G.I. Joes. No creo que existiera todavía el Kung Fu grip, pero queríamos jugar en casa, no en la escuela. Así que se lo mencionamos a nuestros padres: “¡Ey!, quiero ir a la casa de Doug”. “¡Ey!, Doug quiere venir a mi casa”. Recuerdo hacer eso con mis amigos negros todo el tiempo. Recuerdo que hubo una discusión en mi casa. No recuerdo lo que se dijo exactamente, pero entendí: “Oh, podría ser complicado”. No dijeron “malo”. Dijeron o dieron a entender que eso podría ser controversial. Sin usar la palabra “controversial”, sin usar la palabra “complicado”. Ni siquiera recuerdo la palabra “negro” o “blanco”. O” niño negro” o ‘niño blanco”. Solo recuerdo que lo trataron por encima y dijeron: “Vamos a ver”. Por supuesto, mi hijo siempre me recuerda: “Oh, papá cuando dices vamos a ver o tal vez, quiere decir no”. (riendo)

Douglas Blackmon, periodista: No recuerdo, incluso ahora, que alguien haya dicho: “No puedes hacer eso”. Pero de alguna manera, recibimos el mensaje. Ese tipo de experiencias comenzaron a acumularse. Y en la secundaria comencé a pensar: es muy extraño que la escuela sea negra y blanca, pero la iglesia sea toda blanca. La Liga de Béisbol juvenil en el verano es toda blanca. Mi patrulla de los Scouts es toda blanca. En la piscina a la que voy, nunca hay una persona negra. Todas las otras dimensiones de la vida estaban tan severamente segregadas como siempre. Pero en este lugar, durante unas pocas horas todos los días, es negro y blanco.

BACHILLERATO

Pam Pepper, clase de 1982: No recuerdo haber tenido ni la más remota conciencia de que ir a una escuela integrada fuera algo significativo. Francamente, no recuerdo haber sido consciente a esa edad de que había un Movimiento por los Derechos Civiles lo cual es horrible y vergonzoso de decir.

Billy Barber, jefe de la policía de Leland: Leland era uno de los mejores distritos a los que podías ir a la escuela. Teníamos un sistema de calificaciones estricto. Cualquier cosa por debajo de 75 era una F. Y creo que nos ayudó. Nos ayudó mucho, nos ayudó a valorar las cosas, a querer más y a hacer más. 

Jessie King, superintendente de las escuelas de Leland: Teníamos excelentes maestros de inglés y matemáticas, de economía doméstica aquí en nuestra pequeña comunidad. 

Evelyn Gordon-Murray, miembro del comité escolar: Pude hacer un trabajo final porque teníamos maestros como la señorita Quimbly, por ejemplo. Ella se aseguró de que supiéramos escribir un ensayo. Cuando llegué a la universidad, sabía cómo hacerlo. 

Pam Pepper, clase de 1982: Había todo tipo de clubes y de actividades, y en su mayoría, así es como formamos amistades. Van Poindexter y yo estábamos en la obra de teatro juntos. Las amistades surgieron de intereses comunes. Debido a que la escuela era pequeña, había muchos intereses en común. Así que podrías estar en el periódico escolar con alguien y ser porrista con alguien más. Tenías amistades con diferentes tipos de personas.

Bryan Blackmon, clase de 1979: Yo era bastante atlético, jugaba fútbol americano. Desarrollabas el mismo tipo de relaciones con los alumnos negros que con los alumnos blancos. Probablemente, tenía que ver con que éramos un equipo y teníamos que trabajar juntos.

Douglas Blackmon, periodista: Yo no era el mejor atleta del mundo, pero jugaba baloncesto todo el tiempo. En la secundaria, no había intentado estar en el equipo porque tenía un número abrumador de jugadores negros. Claramente eran mejores atletas de lo que yo creía ser en ese momento. Así que llego al bachillerato y he decidido que no dejaré que eso vuelva a suceder. Voy a intentar estar en el equipo. Así que yo era el único niño blanco en el equipo. Éramos un equipo casi completamente negro de una escuela con mayoría de estudiantes negros jugando en una liga conformada por escuelas que eran básicamente 100% negras. La experiencia de ser el único niño blanco en ese equipo fue singular en mi vida.

Brandon Taylor, clase de 1982: Estaba concentrado, en cuanto a ser un buen estudiante y también un buen atleta. En mi último año fuimos 21 a 5. Ganamos algunos torneos importantes. Nos tomábamos en serio lo que estábamos haciendo.

Kevin Magee, clase de 1983: Brandon Taylor era uno de los mejores jugadores de baloncesto que hubiéramos visto. Podía clavar en la canasta cuando quería y nadie podía detenerlo.

Brandon Taylor, clase de 1982: Nos tenían en forma. Corríamos, hacíamos sprints, saltábamos la cuerda, largas distancias también. Porque siendo un tipo grande, de dos metros, cuando saltaba la cuerda, hombre, mi rapidez era fenomenal. Los guardias te pasan volando y creen que van a hacer un tiro. (golpea la mesa). Lo pinchas contra el tablero. Y queda como: “¿De dónde saliste tú?”. (riendo). Eso era divertido. Representábamos tanto a nosotros mismos como a nuestras familias y a la ciudad de Leland. Y queríamos ganar. Todas las noches queríamos ganar. Creo que, como unidad, nos preocupábamos los unos por los otros.

Lincoln Coggin, clase de 1982: Lo entretenido de esa historia de Billy Barber sangrándole la nariz, es que en el bachillerato estábamos en uno de los mejores equipos de béisbol del estado. Él era receptor, yo parador en corto. Él era un gran líder.  Él era un gran líder. Y cuando pienso en él, no puedo hacer otra cosa que sonreír porque pienso en cómo empezó… (en voz baja) … y como terminó. 

Jessie King, superintendente de las escuelas de Leland: Recuerdo experiencias maravillosas en el bachillerato. Una es cuando hice parte de los Futuros Granjeros de América, la FFA (siglas en inglés). Teníamos dos patrocinadores: Terry James y Allen Clark. Me acogieron como si fuera su hijo. Me hicieron ser el encargado de las reglas parlamentarias. Apenas conocía la palabra parlamentaria. Ciertamente no sabía lo que significaba. Pero me dieron la oportunidad. Y había un joven que era el presidente. Su apellido era Smyly. Yo estaba en primer año. Él estaba en último año. Pero Smyly me ayudó y me dijo que yo podía hacerlo. Y habíamos estudiado y estudiado los procedimientos parlamentarios. Teníamos concursos de las Reglas del orden de Robert. Teníamos que aprender a distinguir entre las vacas Jersey y las vacas Brahman. Dondequiera que ellos iban, yo iba. Y hubo momentos en que yo no tenía dinero, pero no dejaban que a mí me hiciera falta. Y si Smyly y Allen y James tenían dinero, Jessie también tenía. Aumentó mi confianza. Y cuando llegué al tercer año, nadie tenía que preguntarme: “¿Te postularás para ser representante de la clase?”. Estaba listo. Lo hice sin dudar de mí mismo.

Pam Pepper, clase de 1982: No todo fue encantador, perfecto y maravilloso. Recuerdo una vez, un grupo de nosotros fue a un campamento de porristas en Ole Miss y recuerdo que pedí un helado de yogur porque siempre había oído hablar de eso, sonaba genial y quería probar helado de yogur. Y una de las porristas negras dijo: “¿A qué sabe?”. Y dije: “Pues pruébalo”. Y se lo di. Y una de las porristas blancas dijo: “¿Vas a usar la cuchara después de ella?”. Y recuerdo haber pensado: “¿Qué dijiste?”. No recuerdo cómo reaccionó la porrista negra. Recuerdo haber dicho: “Devuélveme mi yogur, voy a seguir comiendo”. Mirando hacia atrás, me da tristeza ahora, que no me dio entonces, el hecho de que había relaciones sociales maravillosas entre las 8:15 y las 3:30 y en los partidos de fútbol y trabajando en las carrozas de los desfiles y todo lo demás. Pero no se extendieron más allá de eso, entre niños negros y niños blancos.

Evelyn Gordon-Murray, miembro del comité escolar: Afuera, ir a la casa del otro… No hacíamos eso a menudo. Una vez salías de la escuela en mayo, es posible que te encontraras con alguien en la tienda y hablaras. Pero la verdad, es posible que no vieras a tus amigos blancos hasta agosto o septiembre. 

Pam Pepper, clase de 1982: En retrospectiva, lo ves y piensas, pero ¿por qué? Eso no tiene sentido. No es la forma en que vives tu vida ahora. Así es como era. 

Van Poindexter, clase de 1982: El hecho de que no teníamos ningún evento juntos, negros y blancos, era obvio. La única cosa que recuerdo fue el baile de graduación. Eso es todo. Y fue… limitado también. Sabes, los blancos estaban juntos y los negros estaban juntos. Y aunque estábamos bailando con nuestra pareja… (riendo)… en ese momento, todavía había una división. Y podrías verlo. Los blancos en un lado y los negros en otro lado. Era extraño.

Pam Pepper, clase de 1982: Teníamos alumnos negros y alumnos blancos en la corte del baile de homecoming, pero después no había baile de homecoming colectivo. Todos los alumnos blancos iban al club de jardinería o dondequiera que fuéramos. Y los alumnos negros iban adondequiera que ellos fueran. Y teníamos bailes de homecoming separados, a pesar de que habíamos acabado de sentarnos juntos en la presentación de la corte de homecoming.

Luego de la obra de teatro, mi mamá y papá querían tener una fiesta en la casa para el reparto. Van dijo que pensaba que él no iba a ir. Y recuerdo que eso hirió mis sentimientos. Y dijo: “No sé si mis padres me dejarán ir porque si estoy allá en el barrio blanco, mi mamá estaría preocupada de que me puedan detener o me pueda meter en algún tipo de problema”.

Van Poindexter, clase de 1982: Así es como pensábamos. “No puedes ir a las casas de los blancos así no más”.

Pam Pepper, clase de 1982: Dijo eso y yo pensé: “¡No! ¿Cómo puede ser eso? Es nuestro barrio, es nuestra casa”.

Van Poindexter, clase de 1982: Seré honesto contigo, estábamos asustados de los problemas en los que te podrías meter al ir a la casa de una persona blanca. Así que no íbamos.

Aves cantando

Ruido de insectos

Van Poindexter, clase de 1982: He escuchado historias y probablemente tú también, que, si estás cerca de una chica blanca, asegúrate de saber en dónde estás porque si ella se queja de algo inapropiado de tu parte, estás en problemas. Ella tiene la razón, no tú, estás en problemas. Un chico negro y una chica blanca, eso no sucedía aquí. No iba a suceder.

Van Poindexter, clase de 1982: Estábamos aprendiendo a hablar con el otro en el entorno seguro que era la escuela, pero nunca lo llevamos al siguiente nivel que era aprender a lidiar con el otro en un entorno social. El arroyo y las vías del tren todavía nos separaban.

Suena la bocina del tren

Suena la campana del tren

Douglas Blackmon, periodista: Esos 12 años de escuela no habían resultado como nadie había previsto al principio. Pero se demostró que, los segregacionistas que habían dicho que no funcionaría poner a niños negros y blancos en las mismas escuelas, estaban equivocados. La primera cosecha de todo ese esfuerzo, la promoción de 1982 atravesó el escenario la noche de graduación y dio un paso al futuro: blancos y negros juntos. 

Billy Barber, jefe de la policía de Leland: Ese fue un hito. Porque queríamos igualdad.

Pam Pepper, clase de 1982: Se supone que Brown iba a deshacerse de lo “separado” en separados, pero iguales. Y hasta cierto punto lo hizo. Fuimos juntos a la escuela. Durante mucho tiempo fuimos juntos a la escuela. A algunos de nosotros nos gustó mucho. (riendo). Espero que nos haya gustado a muchos.

Jessie King, clase de 1982: En 1982, la integración fue una realidad. Y luego vienen los niños de la integración a quienes se les tuvo que enseñar sobre los prejuicios raciales, se les tuvo que informar sobre… no lo sabíamos. Y gracias a Dios nadie realmente se esforzó. Tenías a unos pocos, pero había más diciendo: “En Leland, es hora, es hora”. Y realmente había llegado la hora.

Douglas Blackmon, periodista: Al final, no llegué a ser uno se esos graduados. Mi papá consiguió trabajo en otra ciudad y mi familia se mudó cuando todavía estaba en bachillerato. Fui a la universidad, me volví periodista e incluso gané un Premio Pulitzer. Y durante mucho tiempo perdí el contacto con la mayoría de mis amigos de infancia. (ruido de insectos). Imaginé que el progreso en Leland continuaría. Parecía que nosotros ya habíamos hecho el trabajo más duro. 

Voces de fondo

Douglas Blackmon, periodista: Tres décadas después, decidí volver a ver otra graduación de la escuela Leland High. (Música de Pompa y circunstancia). El escenario, el auditorio y la emoción de los graduados parecía igual que en 1982.

Público celebrando

Música en un piano

Hombre anuncia el nombre de un graduado

Público celebrando

Douglas Blackmon, periodista: Pero las clases se veían muy diferentes a la clase de la que yo había sido parte. Casi todos los alumnos blancos se habían ido.

Público celebrando

Hombre, material de archivo: Ahora pueden girar las borlas. (gritos de celebración).

Douglas Blackmon, periodista: Era casi como si todo lo de esos extraordinarios años juntos, nunca hubiera sucedido.

Brandon Taylor, clase de 1982: Cuando fuimos a la escuela, teníamos una buena mezcla. Ahora es 90% negro, ¿sabes? Tal vez un poco más alto. Ha habido cambios. Muchas personas han enviado a sus hijos a escuelas privadas. 

Evelyn Gordon-Murray, miembro del comité escolar: No hay muchas personas blancas en el distrito escolar de Leland. Muchos de los blancos se han ido. Si vienen al a escuela pública de Leland, van a la primaria y una vez pasan la primaria, cuando es hora de ir a la secundaria, se van a la escuela privada.

Betty Coleman, maestra: Algunas de las familias no están satisfechas con lo que están haciendo las escuelas públicas. Las personas, negras y blancas, que quieren que sus hijos tengan una educación, la buscarán de otras maneras. Hasta las iglesias de la comunidad negra. Unity Church tiene su propia escuela gracias al dinero que reciben las organizaciones religiosas. Y es una triste realidad.

Douglas Blackmon, periodista: En la década posterior a la graduación de mi clase, las escuelas públicas de Leland se desempeñaron bien académicamente. Un puñado constante de estudiantes blancos volvieron. Y Leland Academy, la escuela privada blanca cerró sus puertas. Pero no fue suficiente. La mayoría de las familias blancas se fueron para siempre. Todavía vivían en Leland, pero los cientos de estudiantes blancos que se fueron durante la integración y los hermanos que vinieron después, en su gran mayoría, fueron a otras escuelas privadas en ciudades cercanas. Esas escuelas eventualmente comenzaron a aceptar a unos pocos estudiantes que no fueran blancos. Pero las escuelas creadas para preservar un Misisipi segregado habían cumplido su misión. 

Van Poindexter, clase de 1982: La integración no duró lo que pensábamos que duraría. Estamos segregados de nuevo. La cosa por la que luchamos durante años y años, ahí estamos de nuevo. Ha vuelto a ser casi como era antes.

Douglas Blackmon, periodista: El fracaso a integrar las escuelas públicas afectó a mucho más que los salones de clases. El sueño había sido construir una comunidad con diferentes tipos de personas que pudieran confiar en el otro lo suficiente como para resolver los problemas que eventualmente afectaron a todas las ciudades. Pero eso nunca sucedió. Y lugares como Leland tuvieron muchos problemas para resolver en los años noventa. La tecnología eliminó una gran cantidad de trabajos agrícolas. Drásticos cortes a la educación pública, la guerra contra las drogas, una tienda tras otra cerrando sus puertas en el centro de la ciudad. El precio fue muy alto.

Ruido de sirenas

Douglas Blackmon, periodista: Luego, en 1996, Leland fue puesta a prueba cuando Aaron White, un hombre negro, reparador de televisiones, estrelló su camioneta en Deer Creek Drive y trató de huir. Intercambió disparos con un policía blanco llamado Jackie Blaylock, antiguo mariscal de campo de la escuela Leland High. White murió de una herida de bala en la cabeza. Los residentes negros estallaron con días de airadas protestas. Llamaron a cientos de policías para hacer cumplir el toque de queda nocturno. 

Cedric Bush, material de archivo: Defendimos algo en lo que creíamos.

Douglas Blackmon, periodista: Cedric Bush, uno de mis excompañeros de escuela fue uno de los líderes de esas protestas. Lo arrestaron por negarse a cumplir con el toque de queda.

Cedric Bush, clase de 1985: Hubo muchas preguntas detrás de la muerte del joven y la comunidad pensó que, deberíamos haber tenido algunas respuestas o que alguien con autoridad viniera a decirnos algo. Trataron de mantenerlo en secreto. Muchas personas estaban molestas, en particular, por cómo sucedió y lo único que estaban pidiendo era saber: ¿qué estaban investigando? ¿Si la investigación estaba en curso? Dígannos algo. 

Vernice Sanders, madre y activista: Pensamos que habían matado a este hombre a sangre fría. Leland no ha sido la misma desde entonces.

Douglas Blackmon, periodista: Al final, una investigación del FBI concluyó que, la bala que mató a Aaron White vino de su propia arma. Públicamente, dijeron que fue un trágico accidente, pero la posibilidad de que un hombre negro en Misisipi se suicide en lugar de enfrentarse a un policía blanco, todavía me atormenta. Se suponía que Leland había sido la ciudad que exorcizó sus demonios raciales o al menos muchos de ellos. Comencé a preguntarme si el fracaso de la integración escolar era una piedra angular de mi ciudad natal como lo había sido la segregación 50 años antes. 

Van Poindexter, clase de 1982: Que nosotros sigamos separados por líneas raciales es desgarrador. 

Brandon Taylor, clase de 1982: Muchas personas importantes arriesgaron sus vidas para asegurarse de que tuviéramos y viéramos algo mejor. Y no creo que la gente piense en esa parte de nuestra historia. ¿Sabes? Eso es algo que debería estar en el corazón de todos nosotros sin importar de qué color somos. Porque fue una lucha y es una lucha ahora. 

Pam Pepper, clase de 1982: No sé por qué está ocurriendo una nueva segregación, pero puedo anticipar que, o imaginar que, se debe en parte a que hay experiencias que la población negra ha vivido, de las que no pueden hablar con la comunidad blanca porque sienten que no entenderían sin tener una experiencia similar. 

Jerald Jones Woolfolk, clase de 1977: Creo que es difícil para la gente recordar porque entonces tienen que hablar de eso. Y esa es una conversación difícil de tener el uno con el otro y de tener con una persona negra. Y quizás, de niños los protegieron de una parte de eso. No tengo idea. Pero he hablado con compañeros de escuela que dicen: “Siento mucho que eso te haya sucedido, yo no sabía que eso estaba sucediendo”. Entonces, ¿no sabías por qué estaba sentada en el palco? ¿Sabes? ¿No sabías por qué teníamos que entrar por la puerta lateral y teníamos qué… ¿nada de eso? Seguramente, estás bromeando. 

Douglas Blackmon, periodista: Trabajamos duro para olvidar cosas... Es un instinto humano y hay cosas que no queremos recordar, que terminamos no recordando. O al menos logramos fingir no recordar durante mucho tiempo. Tan duro como trabajamos para olvidar, tenemos que trabajar igual de duro para recordar. 

Jerald Jones Woolfolk, clase de 1977: Es una conversación difícil. Pero hasta que empecemos a tener esas conversaciones, estaremos divididos de alguna manera. Porque tiene que reconciliarse. Mi verdad tiene que reconciliarse con tu verdad. 

Bryan Blackmon, clase de 1979: Es difícil creer que las cosas no serían mejores si hubiera personas más dispuestas a aceptar a las personas por lo que son. Y creo que, en mí, gran parte de eso vino de la época que pasé en las escuelas públicas. 

Lincoln Coggin, clase de 1982: Tal vez no vi entonces el panorama completo que veo ahora. Tal vez no vi eso. Pero creo que alcancé a vislumbrar algo. ¿Y si más de nosotros nos hubiéramos quedado? ¿Sería lo mismo?

Pam Pepper, clase de 1982: ¿Fue razonable pensar que, simplemente poniendo a niños inocentes de una raza con niños inocentes de otra raza en la misma escuela, que todo estaría bien? La parte de “estaría bien”, creo que es poco racional. Pero todavía pienso y creo que es realmente difícil odiar a alguien que conoces. Es realmente difícil odiar a alguien que es mejor que tú en matemáticas y que está dispuesto a sentarse contigo y ayudarte durante 15 minutos. Entonces, ¿fue perfecto? ¿Resolvió los problemas del mundo? ¿Fue razonable esperar que esa fuera la única pieza? No. Pero ¿había algo de razón en la idea de sentarte al lado del otro y ver? Creo que eso fue razonable.

Donald Richardson, clase de 1982: La integración en su forma más pura disipa estereotipos y ayuda con los prejuicios. Todos somos prejuiciosos. Tenemos que encontrar la forma de avanzar juntos y asegurarnos de que todos tengan un pedazo del pastel y un campo de juego nivelado para poner nuestras mesas y comer nuestro pastel.

Douglas Blackmon, periodista: Después de que comencé a regresar a Leland, descubrí que algo nuevo estaba sucediendo. Algunos de mis excompañeros estaban volviendo a casa. 

Camarógrafo: Bueno, todos mírenme. (Clic del obturador de la cámara).

Douglas Blackmon, periodista: Billy Barber volvió a Leland a ser el jefe de la policía. 

Camarógrafo: Doug dijo que fue a la escuela con todos. Jessie King, tú…

Billy Barber, jefe de la policía de Leland: Así es, fuimos juntos a la escuela.

Billy Barber, jefe de la policía de Leland: Después de la universidad, me fui de Leland. Pensé que iba a cumplir diez años en la policía y saldría. Pero me seguía dando vueltas la idea de que Leland necesitaba liderazgo en la policía. No estoy diciendo que yo sea el mejor, pero sé que fue el Señor diciéndome: “Vuelve a casa a ayudar”. Brandon, Cedric y Evelyn Gordon me dijeron: “Vuelve a casa”. Aquí sigo. Y creo que aquí es donde el Señor quería que estuviera.

Congregación cantando

Douglas Blackmon, periodista: Y descubrí que, en los fines de semana, Billy Barber tiene otra vocación

Billy Barber, clase de 1983: (cantando). Ser jefe de policía en realidad no es muy diferente de ser pastor. Tienes el mismo amor. Y mi amor es por los ciudadanos, mantenerlos a salvo… (congregación cantando) … y solo tener el amor de Dios y el amor de la gente, y tratar a la gente bien, con respeto y tratar de mejorar la comunidad. (cantando).

Termina la canción

Aplausos

Música de una banda de marcha

Gritos de celebración

Voz del entrenador

Cedric Bush, entrenador, hablándole al equipo: Jueguen con el corazón, donde estén...

Douglas Blackmon, periodista: Cedric Bush había sido una superestrella de fútbol americano en el bachillerato, el tipo de joven atleta que podría tener la oportunidad de jugar fútbol profesional.

Cedric Bush, clase de 1985: Pensé en una conversación con unos de mis profesores. Y él me hizo una pregunta, dijo: “¿Qué piensas hacer una vez termines la universidad?”. Y dije: “Voy a ser profesional. Voy a hacer esto y lo otro, comprarle un camión a mi papá y construirle una casa a mi mamá”. Y dijo: “Sí, pero ¿si eso no funciona?”. Yo dije: “¿Cómo así si eso no funciona?”. Yo soy bueno, lo voy a lograr. Me dijo: “Escúchame. Tus padres te enviaron a la escuela. Una vez tienes una educación, se supone que debes adquirir el conocimiento para volver a casa y ayudar a construir tu comunidad”. Nunca había oído eso en mi vida.

Cedric Bush, entrenador, hablándole al equipo: ¡No, ahí! ¡Ahí!

Cedric Bush, entrenador, voz en off: Me dio la mejor herramienta que jamás hubiera imaginado de joven. Terminé volviendo a casa. Fui al sistema escolar a entrenar y enseñar.

Comentador deportivo: Anotan los Cubs.

Cedric Bush, clase de 1985: Y luego comencé mi carrera política y me postulé para el consejo de la ciudad. Serví un término. Ahora, sirviendo como juez del tribunal de justicia, haces más bien que mal. Algunas personas necesitan una segunda oportunidad. Y ese soy yo, ese es el papel que trato de jugar al haber vuelto a casa a ayudar a mi comunidad.

Douglas Blackmon, periodista: Cedric y su esposa también montaron un negocio haciéndose cargo del antiguo Café Leland. Se encargan de un restaurante que no hubiera dejado entrar a sus padres por la puerta delantera. También montaron una funeraria en el centro de Leland, en el mismo edificio donde operaba el segregado teatro Rex.

Cedric Bush, clase de 1985: Ser los orgullosos dueños de este edificio en particular, conociendo su historia, no hay nada mejor. No hay nada mejor. Brandon Taylor y Evelyn Green fueron elegidos para el comité escolar. Ella ha servido por más de diez años. Brandon es el presidente del comité.

Brandon Taylor, clase de 1982: Yo jugué baloncesto en Baylor. Y luego crucé los mares hasta Alemania. Podría haberme quedado jugando en otros países, pero me gusta el ambiente de una ciudad pequeña. No hay nada como estar en casa. ¿Qué me convenció de postularme para el comité escolar? El amor por los niños. Quiero asegurarme de que los niños tengan a alguien luchando por ellos todos los días.

Evelyn Gordon-Murray, miembro del comité escolar: Me gustaría volver a ver a nuestra escuela como era. Si tuviéramos más alumnos blancos en nuestra escuela, tendrías el apoyo de la comunidad.

Hombre, dando una presentación: … el estadio lo ves desde…

Douglas Blackmon, periodista: Unos años más tarde, después de una caída inesperada en el desempeño de las escuelas de Leland y una sucesión de superintendentes que no pudieron mejorar el sistema…

Jessie King, dando una presentación: Maravillosas ideas, le damos la bienvenida…

Douglas Blackmon, periodista: … el comité contrató a otro de nuestros compañeros: Jessie King para ser el superintendente.

Jessie King, dando una presentación: Hay que resolverlo.

Douglas Blackmon, periodista: En los años transcurridos desde entonces, los puntajes de los estudiantes en Leland han mejorado dramáticamente.

Jessie King, superintendente de las escuelas de Leland: Cuando era maestro y el superintendente dijo: “Jessie, ¿qué quieres hacer en tu vida? Quiero decir, ¿cuál sería el trabajo de tus sueños?”. Yo le dije al superintendente: “Tener su trabajo”. Y el superintendente sonrió y dijo: “Algún día lo puedes tener”. Y ese día llegó. He sido el superintendente del distrito escolar de Leland desde febrero de 2016.

Jessie King: Buenos días.

Maestra: Buenos días.

Jessie King: Solo quería venir y ver cómo progresa el aprendizaje.

Jessie King, superintendente de las escuelas de Leland, voz en off: Ese primer año, me encontré con situaciones que simplemente no sabía que existían en el distrito escolar. No teníamos la tecnología. Las bibliotecas no tenían libros recientes. Así que tuvimos muchos desafíos. Nuestros niños merecen algo mejor, nuestros niños deberían tener algo mejor y espero que nuestra comunidad nos ayude a mejorar.

Jessie King: Hola, ¿cómo está?

Douglas Blackmon, periodista: Por razones que nunca entendí, dar ese discurso sobre Strike City al Club de Leones hace mucho tiempo pareció conectarme con ese lugar y con la gente que vivía ahí, incluso décadas después de haber vivido en Misisipi. 

Mujer: Eran autosuficientes en un montón de cosas.

Douglas Blackmon, periodista: La visité más de una vez a través de los años. Y en los años noventa fui con un camarógrafo e hicimos una de las últimas entrevistas con John Henry Sylvester, el líder de la huelga, pocos años antes de que muriera. 

John Henry Sylvester, líder de Strike City, material de archivo: Luego, cuando le hicimos huelga ese día, nos echó a todos ese día...

Douglas Blackmon, periodista: Me impresionó su determinación y valentía; básicamente, todavía en huelga, 30 años después del día en que abandonaron esa granja. Pero Strike City también se estaba desmoronando. Algunas de las casas se habían quemado o estaban abandonadas. El letrero con manos negras y blancas entrelazadas se había caído hacía mucho tiempo. Los planes originales para hacer ladrillos y crear una economía separada del control blanco, fueron abandonados. No estaba seguro de qué pensar de todo esto.

Minnie Bell Young, residente de Strike City, grabación, material de archivo: ♪ No importa cuánto tiempo ♪ Yo sé que él... ♪

Douglas Blackmon, periodista: Esa es su voz, ¿verdad?

Minnie Bell Young, residente de Strike City: Ajá. Sí, esa es. (riendo). Parece que tengo un solo. (canta a coro) ♪ Puede que no venga cuando lo quieres ♪ Pero llega justo a tiempo ♪

(termina la grabación). ♪ No puedes apurar a Dios ♪ Hay que esperar ♪

Douglas Blackmon, periodista: También me enteré de que, entre las muchas cosas que nunca supe sobre mis compañeros negros cuando éramos niños, Jessie King y Billy Barber tenían conexiones muy profundas con Strike City. 

Jessie King, superintendente de las escuelas de Leland: Este es el lugar adonde fui al preescolar Head Start que era muy popular entre los niños de bajos recursos que terminarían en las escuelas públicas.

Jessie King, superintendente de las escuelas de Leland: Esta es Strike City. Solía ser muy vibrante. Muchos de los edificios ya no están, pero unos pocos siguen en pie. Este espacio era el salón, el comedor, la cafetería. Aquí teníamos un parque enorme. No teníamos ese lujo en las plantaciones. Lo recuerdo vívidamente, solo había espacio para estar de pie. Los niños estaban en todas partes. Los maestros estaban en todas partes. Una vez te convertías en maestro del preescolar era como si hubieras ganado la lotería. Pienso en las personas que en realidad vinieron de las plantaciones. La aparcería ya no existía. Así que allá tendríamos los jardines, con verduras, hortalizas y cultivos. Si colaborabas, tendrías la oportunidad de recoger unas verduras. Incluso cuando no colaborabas, la bondad del espíritu era como “ayuda la próxima vez”. 

Aves cantando

Jessie King, superintendente de las escuelas de Leland: Strike City simbolizó progreso para los afroamericanos. Y dio motivación y aliento: este puede ser el primer paso, pero era un gran paso en la dirección correcta.

Douglas Blackmon, periodista: Sabes, tengo… No estoy exagerando… en solo estos pocos minutos escuchándote he tenido una pequeña revelación.

Jessie King: Ajá.

Douglas Blackmon, periodista: Podrías mirar a Strike City y decir: “Bueno, fue bueno hacer huelga y tenían razón, pero no funcionó”.

Jessie King: Ajá.

Douglas Blackmon, periodista: Podrías decir eso. Pero la verdad es que sí funcionó.

Jessie King: Ajá.

Douglas Blackmon, periodista: Y la historia que estás contando es que funcionó de otra manera.

Jessie King: Ajá.

Douglas Blackmon, periodista: La tienda y las mujeres que habían trabajado en las casas se volvieron maestras y...

Jessie King: Ajá.

Douglas Blackmon, periodista: Todas las cosas de las que has hablado.

Jessie King: Sí.

Douglas Blackmon, periodista: Me van a dar ganas de llorar. Tengo… Siempre supe en mi corazón que esta era la historia de un gran éxito.

Jessie King: Ajá.

Douglas Blackmon, periodista: Pero no sabía cómo se conectaba todo hasta escucharte hace un momento.

Jessie King: La verdad que sí. Si esto no hubiera existido, viviendo donde vivíamos, solo veíamos lo que veíamos. Y solo salir de ahí, nos dio otro objetivo: mejorar, avanzar y dar un paso adelante. Pienso en mi mamá que declaró audazmente: “¡Basta! Nos vamos. Nos vamos.” Si ella no hubiera decidido hacer eso, no hubiéramos tenido una opción. Nunca hubiera llegado a ser superintendente.

Douglas Blackmon, periodista: ¡Cierto, no! No estarías acá. No estarías haciendo las cosas buenas que estás haciendo que son una versión de lo mismo.

Jessie King: Ajá. 

Douglas Blackmon, periodista: Cuidarse el uno al otro.

Jessie King: Ajá. Sembró la semilla no solo en la educación, pero en la policía con Billy Barber y todos los que pueden haber pasado por acá.

Douglas Blackmon, periodista: Eso es cierto.

Jessie King: Ajá.

Van Poindexter, clase de 1982: En total, pasé 20 años y 10 meses en la Fuerza Aérea. Me retiré en 2007 como teniente coronel. Ahora soy profesor de Defense Acquisition University. 

Pam Pepper, clase de 1982: Soy jueza del juzgado del distrito de los Estados Unidos para el distrito este de Wisconsin, en Milwaukee. 

Donald Richardson, clase de 1982: Vivo en Little Rock, Arkansas.  Soy el vicedirector de la famosa e histórica escuela Little Rock Central High School.

Jerald Jones Woolfolk, clase de 1977: Soy la presidenta de Lincoln University en Jefferson City, Misuri.

Douglas Blackmon, periodista: ¿No suena bien decirlo?

Jerald Jones Woolfolk, clase de 1977: (riendo). Sí, suena muy bien. Para una niña de Leland.

Texto: En 2019, Leland Elementary School cambió de nombre a Edna M. Scott Elementary.

Edna M. Scott. 1931- 2019

Additional funding for The Harvest: Integrating Mississippi's Schools provided by

  • funder icon
  • funder icon
  • funder icon
  • funder icon
  • funder icon
  • funder icon