Voces en el fondo
Bocina de un auto
Lisa Kort-Butler, psicóloga: Todos hemos mentido en algún momento. Todos hemos tratado de descifrar cuando alguien más nos miente. Usamos pistas visuales; ya sea buscando cuando la gente desvía la mirada o se sonroja o se reacomoda, cuando emite pistas, esencialmente.
Narración: Era una ambición tan antigua como la humanidad misma. En las primeras décadas del siglo XX, 3 investigadores muy diferentes alegaron que, al monitorear las pistas dentro de nuestros cuerpos, ellos podían remover los velos del engaño, detectar una mentira y revelar la verdad.
Douglas Flowe, historiador: La gente podría tener un juicio justo, ser interrogada de una manera humana.
Antes de la confesión. Pulso.
Ken Alder, historiador: Determinas la culpa o la inocencia mediante el uso de una máquina que por sí misma no se puede corromper, no tiene prejuicios, trata todo objetivamente.
Verdad después de la confesión.
Titular de un periódico, 11 de septiembre de 1907: Inventa máquina que "cura a los mentirosos".
Titular de un periódico: Ahora, no puedes mentir y escapar.
Narración: Pero esta poderosa herramienta resultó ser propensa al abuso.
Ken Alder, historiador: La idea es que la máquina es la que detecta, pero por supuesto, eso no puede ser cierto. Es el operador humano de la máquina el que realmente detecta.
Geoffrey C. Bunn, psicólogo: La gente pensó que iba a descubrir verdades de las que usted mismo ni siquiera era consciente. Y esto los asustaba.
Narración: Con el tiempo, el detector de mentiras adquirió poder y llegó más allá de lo que sus creadores podrían haber imaginado. Estaban evaluando a millones de estadounidenses cada año; miles de vidas transformadas para siempre.
Alger Hiss, material de archivo: "Yo no soy y nunca he sido miembro del Partido Comunista".
Titular de un periódico: Alger Hiss rechaza el detector de mentiras.
Titular de un periódico: El detector de mentiras es usado para proteger secretos de la bomba atómica.
Lisa Kort-Butler, psicóloga: Se convierte en una herramienta para descifrar no solo si me están diciendo la verdad o mintiendo, sino, ¿eres realmente quien dices ser?
DEPARTAMENTO DE INSTRUCCIÓN ESPECIALIZADA. COMITÉ DEL DETECTOR DE MENTIRAS
Frankie Y. Bailey, historiadora criminalística: Estaban vendiendo la idea de poder usar la ciencia para descubrir la verdad, que hay una verdad objetiva a la que podemos llegar con la tecnología.
Narración: El detector de mentiras fue un fenómeno estadounidense, una amalgama de crimen, ciencia, los medios y carisma. Se alimentó de dudas y produjo sospechas y celos que terminaron consumiendo las vidas de sus inventores.
Ken Alder, historiador: Como el monstruo de Frankenstein, se escapó del control de sus creadores. De hecho, del control de todos.
♪ ♪
Hombre dando órdenes: ¡Atención! ¡Adelante! (da orden). Manos en la cintura. (continúa). ¡Miren! ¡Control! ¡Den la vuelta! ¡Rodillas arriba! ¡Den la vuelta! (marcha termina).
ESTACIÓN DE POLICÍA
Grupo de hombres entrenando
Hombre continúa dando órdenes: Listos. ¡Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis! A la izquierda. ¡Golpeen!
Pistola dispara
Narración: John Larson no era como los otros policías. De 29 años, recién llegaba a California de Nueva Inglaterra. Ingresó a la Policía de Berkeley en 1920. Demostró rápidamente ser el peor en el departamento disparando y era tan mal conductor que destrozó dos coches de policía en un solo día. Lo peor de todo, según la opinión de los veteranos, es que era el único policía en el país con un doctorado. Pasaba sus horas libres asistiendo a cursos de psiquiatría criminal y estaba escribiendo un libro sobre la identificación mediante huellas digitales.
Ken Alder, historiador: John Larson era un tipo de clase trabajadora, con una especie de indignación justificada. No siempre tiene un don de gentes, pero sí tiene una visión: vigilancia policial limpia, vigilancia policial científica y limpia.
Narración: A principios de los años veinte la vigilancia policial no era científica y rara vez era limpia. La mayoría de los casos se resolvían con una confesión, un número aterrador obtenido por lo que se llamó: "el tercer grado".
Pancarta: COMBATA LA BRUTALIDAD POLICIAL
Douglas Flowe, historiador: Se esperaba y se aceptaba que los policías torturaran a la gente. Puedes usar cualquier medio necesario, incluso si eso significa mutilar su cuerpo, para que confiesen. Pero muchas veces, la gente a la que torturaban era inocente y a veces, tal vez terminaba confesando solo para que la tortura terminara.
Narración: Afortunadamente para Larson, su jefe, el jefe de Policía de Berkeley August Vollmer era un pionero de la vigilancia policial científica, humana y honesta.
Ken Alder, historiador: Vollmer fue el gran reformador policial de principios del siglo XX. Su método para hacer que los policías respetaran la ley era darles herramientas científicas, como la identificación mediante huellas digitales, el análisis de la escena del crimen y metodologías definidas.
Narración: Probablemente la tecnología más revolucionaria en el horizonte era la que los científicos llamaban la "prueba de engaño".
Geoffrey C. Bunn, psicólogo: La visión en aquel entonces era que el crimen se iba a resolver con un instrumento que pudiera detectar a una persona en el acto de decir una mentira.
Frankie Y. Bailey, historiadora criminalística: Puede que ni siquiera haya necesidad de un juez y un jurado porque la máquina les revelaría a todos si esta persona estaba mintiendo o diciendo la verdad.
Narración: Vollmer sabía que una prueba de engaño eficaz era un gran reto, pero en la primavera de 1921 le pidió a su policía-científico que construyera una.
Larson se enfrentaba a un reto científico abrumador usando un equipo prestado; su único asistente era un estudiante de secundaria.
Ken Alder, historiador: Vollmer trajo a Leonarde Keeler a estudiar con Larson. El uno tiene un doctorado, ha escrito una disertación, el otro es un estudiante de secundaria. Se convirtieron en una especie de equipo, un equipo medio raro.
Narración: Durante décadas, científicos en Europa y América habían buscado pistas de cuando un sujeto mentía. Medían la frecuencia y la profundidad de su respiración, su presión arterial o el tiempo que le tomaba responder una pregunta. Afirmaban tener resultados más o menos satisfactorios, pero ninguna medición detectaba de manera confiable una mentira. Así que Larson decidió combinar varios monitores diferentes en un mismo dispositivo.
Ken Quattro, escritor: Construyó una complicada máquina que le permitía tomar lecturas continuas de la presión arterial y también puso un tubo alrededor del pecho de la persona, así podía ver las variaciones en la respiración.
Ken Alder, historiador: La forma en la que la máquina registraba los resultados daba un registro gráfico permanente y lo ideal sería presentarlo como evidencia en el tribunal.
Geoffrey C. Bunn, psicólogo: Fue un intento legítimo, un intento bien intencionado de tratar de resolver crímenes sin usar actos de violencia. La verdad aparecería a través de la ciencia.
Pájaros cantando
Voces en el fondo
Narración: En la primavera de 1921, el aparato estaba listo para ponerse a prueba. Vollmer lo envió a investigar una serie de robos en College Hall, un dormitorio de mujeres en el campus de la Universidad de California-Berkeley. El caso era trivial. Alguien en el dormitorio estaba robándoles dinero, joyas y ropa a sus compañeras de casa, pero si Larson lo podía resolver las consecuencias serían profundas.
Empezó haciéndole pruebas a todas las mujeres, de una en una.
Después de la primera ronda de entrevistas, Larson pensó que tenía al culpable. Cambios súbitos en la presión arterial, el ritmo cardíaco y la respiración; Helen Graham estaba escondiendo algo. Interrogaron repetidas veces a Graham hasta que confesó, dejó la universidad y se fue de la ciudad.
Reporte escrito por August Vollmer: Una verdadera historia de detectives en la vida universitaria
Narración: Larson llamó a su dispositivo el cardio-neumo-psicógrafo, pero a los reporteros se les ocurrió un nombre más pegadizo.
Titular de un periódico: Descubierta por el Detector de Mentiras
Narración: La prensa trató el caso de College Hall como un triunfo, que probaba el potencial revolucionario del detector de mentiras. Pero para Larson, las dudas aparecieron cuando los robos en College Hall se reanudaron después de la partida de Graham. Ella le escribió desde su exilio para explicar su confesión. Graham sí había estado ocultando algo, pero no tenía nada que ver con el caso de College Hall.
Matthew Barry Johnson, psicólogo: Esta joven tenía, en realidad, una historia turbulenta. Había sido abusada sexualmente en su infancia. Temiendo que esta máquina fuera a descubrir sus secretos, admitió algo para tratar de frustrar el interrogatorio.
J. Patrick O'Burke, experto en polígrafos: El polígrafo es un instrumento muy directo. Las emociones humanas y otras variables externas causan, sabes, agitación fisiológica. Eso fue parte del problema en el caso de College Hall.
Historia titulada: Cómo el Ladrón de Diamantes fue Atrapado por su Pulso.
Ken Alder, historiador: Larson nunca pudo estar realmente seguro de que Helen Graham hubiera cometido el crimen. Es el primer caso importante y desde el principio, todas las ambigüedades están ahí.
Narración: Larson pasaría el resto de su vida con un recuerdo permanente y vívido de College Hall. En el transcurso de la investigación, había interrogado varias veces a la víctima, Margaret Taylor.
Ken Alder, historiador: Descubrió que ella sentía algo por él y él sentía algo por ella. Y se casaron. A los periódicos, como te puedes imaginar, les encantó esto.
Titular de un periódico, 9 de agosto de 1922: Inventor del Detector de Mentiras atrapa novia.
Tren resoplando, silbato
Narración: Tras el caso de College Hall, Larson y su novia se fueron de Berkeley a Chicago. Allí, él planeaba estudiar psiquiatría al tiempo que exploraba usos para el detector de mentiras en el Instituto de Investigación Juvenil. Larson continuaría mejorando su detector de mentiras, pero por el momento, evitaba usarlo en investigaciones criminales; había demasiado en juego. "No existe una prueba en su estado actual", escribió, "adecuada para identificar con certeza una mentira". Pero no todos tenían los mismos escrúpulos de Larson.
En el otoño de 1922, Larson recibió una carta de William Marston, un abogado de 29 años, director del Departamento de Psicología de la Universidad Americana en Washington D.C., e inventor de la que él llamó la Prueba de Engaño de Marston.
Ken Quattro, escritor: Solo era cuestión de ponerle el tensiómetro a una persona, inflarlo y luego, cada vez que se pasaba de cierto rango, le indicaba a él que la persona estaba mintiendo. En comparación con la máquina de Larson, era muy rudimentaria.
El sujeto contó... irrelevantes... preguntas, confesión... y dice la verdadera historia de sus acciones...
Narración: Según su inventor, la Prueba de Engaño de Marston era prácticamente infalible.
Geoffrey C. Bunn, psicólogo: Marston es un personaje muy sociable y extrovertido. Hablaba del instrumento ampliamente. Y Larson era todo lo contrario. Tenía una mentalidad científica y era mucho más modesto.
Titular de un periódico: Policía de Berkeley perfecciona la máquina diseñada para ayudar en la detección del crimen. EMOCIONES PUESTAS EN PAPEL. La prueba asegura identificar correctamente cuando las mentiras...
Narración: En 1922, Marston estaba tratando de llevar su prueba de engaño a los tribunales. Entonces, tan pronto leyó sobre el trabajo de Larson en los periódicos, le envió una carta pidiendo detalles. Larson le advirtió con cuidado al obstinado inventor que su prueba de engaño no era confiable. Demasiado tarde. Marston ya se había puesto a sí mismo y a su prueba en el centro de un prominente caso de homicidio.
Titular de un periódico: Presunto asesino capturado después de 9 meses de búsqueda. James A. Frye, persona de color, arrestado por el asesinato de un médico negro.
Narración: Según la policía, James Frye había confesado haber matado a un destacado médico negro. Frye dijo que lo habían engañado para que confesara.
Matthew Barry Johnson, psicólogo: Marston entra y examina a Frye y le informa al abogado defensor que la confesión es falsa y que Frye es inocente.
Titular de un periódico: La corte escuchará lo que reporta el detector de mentiras.
Matthew Barry Johnson, psicólogo: Bueno, el juez lo rechazó después de unos cinco minutos.
Titular de un periódico: James Frye es declarado culpable en caso de homicidio.
Narración: "Quizás llegue el momento", concluyó el juez, "cuando los detectores de mentiras determinen qué testigos estaban diciendo la verdad, pero todavía no". "Por ahora", dijo, "para eso está el jurado".
Titular de un periódico: Se niega a aceptar evidencia de la máquina de detección de mentiras.
Narración: Unos meses después, un tribunal de apelaciones validó la advertencia de Larson a Marston: la comunidad científica no había reconocido su detector de mentiras, así que no tenía cabida en los juzgados.
Ken Alder, historiador: Es sobre esta base que, desde ese entonces, con unas pocas excepciones, se ha excluido el uso del detector de mentiras como evidencia en juicios penales.
Narración: James Frye pasó los siguientes 18 años en prisión; su vida, daño colateral a las ambiciones de Marston.
Matthew Barry Johnson, psicólogo: Frye mantuvo su inocencia durante toda su vida. Creía que su defensa se había perdido en el alboroto por el detector de mentiras. El detector de mentiras y Marston fueron la gran historia y su defensa legal pasó a segundo plano.
Narración: El sueño de revolucionar los juzgados estaba muerto. El detector de mentiras parecía ir rumbo a la oscuridad.
En realidad, el dispositivo y sus creadores apenas estaban comenzando.
Música de noticiero
Presentador de Noticias: Hoy es el 31 de enero de 1928. El Dr. William Marston prueba su nuevo invento: el Medidor de Amor. Va a descubrir si son las rubias o las de pelo castaño las que reaccionan más al amor.
Narración: En 1928, Marston le presentó al mundo una versión muy diferente de la prueba de engaño: el Medidor de Amor.
Presentador de Noticias: Al interpretar los resultados, el Dr. Marston declaró que los caballeros quizás prefieren a las rubias, pero las de pelo castaño prefieren las escenas de amor.
Termina la música de noticiero
Narración: El camino hacia la reinvención de Marston había sido largo. Después del desastre de Frye, abandonó el detector de mentiras, dejó de ejercer la abogacía y perdió la presidencia en la Universidad Americana. Consiguió trabajo como profesor en la Universidad Tufts, pero era un paso atrás en la escalera académica. Un alma más tímida podría haberse humillado, pero Marston siguió adelante buscando problemas.
Ken Quattro, escritor: Empezó a salir con Olive Byrne que era una de sus alumnas. Fue a casa a donde su esposa Elizabeth y básicamente le dijo: "Quiero que viva con nosotros".
Narración: Elizabeth, la esposa de Marston era igual a él en todo sentido. Era una abogada exitosa y había desempeñado un papel crucial en el diseño de la primera Prueba de Engaño de Marston. También compartían muchos apetitos poco convencionales. Durante un tiempo, la pareja se involucró con un grupo poliamoroso en Boston, de amigos con ideas afines. Así que la propuesta de Marston no fue tan descabellada como podría haber parecido. Elizabeth aceptó y Olive se fue a vivir con ellos. A los vecinos se les dijo que era su ama de llaves viuda, pero, aun así, se corrió la voz. A Marston lo despidieron de Tufts.
Con su carrera académica destrozada, Marston reconsideró su prueba de engaño, o como la llamaba ahora, el Medidor de Amor. Igual que Larson, se interesó en usarlo para monitorear emociones. Pero donde el camino de Larson lo condujo a un reformatorio en Chicago, el de Marston lo llevó a Hollywood.
Presentador de Noticias: Carl Laemmle celebró 30 años en el cine.
Narración: En 1928, las pruebas del color del cabello de Marston llamaron la atención de Carl Laemmle, director de los Estudios Universal.
Titular de un periódico, 5 de enero de 1929: Reconocido psicólogo es contratado para mejorar películas.
Narración: Laemmle estaba buscando una nueva forma de medir la respuesta del público a sus películas.
Lisa Kort-Butler, psicóloga: Marston estaba usando su aparato para conectar a la gente y medir las reacciones del público a las películas que se proyectaban.
Titular de un periódico, 26 de diciembre de 1928: Películas equivocadas mejoran.
Lisa Kort- Butler, psicóloga: No hay muchos detalles, pero sí sabemos que editaron algunas escenas consideradas muy emocionales, miedosas o violentas.
Afiche de película: Magnolia (Show Boat)
Afiche de película: El Hombre Invisible
Afiche de película: Drácula
Narración: Pero en lugar de aprovechar su éxito, Marston logró una vez más abusar de la hospitalidad. A finales de 1929, Universal dejó ir a Marston y la posición que él había inventado se la dieron a un joven presumido y ambicioso. Leonarde Keeler había recorrido un largo camino desde sus días como el aprendiz adolescente de John Larson en el Departamento de Policía de Berkeley. En 1923, cuando Larson se fue hacia Chicago, Keeler siguió a August Vollmer a Los Ángeles, donde al jefe lo habían contratado para limpiar el Departamento de Policía. Allí, Keeler se dedicó a rediseñar el prototipo que Larson había dejado atrás. Donde Larson se había obsesionado con las limitaciones y se había preocupado por la injusticia, Keeler se dedicó de lleno, aceptó casos reales y acumuló "victorias", como él las llamaba.
Titular de un periódico: La policía prueba máquina para detectar mentiras.
Titular de un periódico: El sospechoso del Banco de Los Ángeles se enfrenta al detector de mentiras.
Titular de un periódico: Hombre admite asesinato conectado al detector de mentiras.
Titular del Long Beach Press, viernes, 25 de enero de 1924: Detector de mentiras obtiene confesión.
J. Patrick O'Burke, experto en polígrafos: Larson era mucho más cauteloso y reflexivo con la ciencia, mientras que yo creo que Keeler pensó: "esto es mucho más comercializable".
Narración: La prensa aduló al joven inventor y a su máquina futurista.
Titular de un periódico: El detector de mentiras podría hacer sonar la campana del tercer grado.
Narración: Entonces, cuando Universal se cansó de Marston, Leonarde Keeler fue una opción obvia. (banda sonora de la película Frankenstein). Pero la estadía de Keeler en Hollywood fue breve.
Frankenstein. Estudios Universal. 1931.
Narración: En lo que a él respecta, las películas eran una distracción del evento principal. Keeler y su detector de mentiras se dirigieron a la capital del crimen estadounidense.
Titular del Daily News Standard: Guerra de pandillas en Chicago.
Bombillas de flash estallando
Voces en el fondo
Ken Quattro, escritor: A lo largo de los años veinte, a causa de la Prohibición, el crimen organizado se apoderó de Chicago. Tipos como Al Capone se volvieron figuras públicas.
El 14 de febrero de 1929 fue la famosa Masacre del Día de San Valentín... (disparos). …donde los hombres de Capone ametrallaron a un grupo de hombres en un garaje.
Titular de un periódico: Masacran a 7 del grupo de Moran.
Narración: Cuando Leonarde Keeler llegó a Chicago a principios de 1930, las matanzas de la mafia se habían vuelto rutinarias: 500 desde la Prohibición y ni una sola condena.
Titular de un periódico: No hay pistas en la Masacre de Chicago.
Narración: Pero incluso en Chicago, la masacre del Día de San Valentín llamó la atención. La indignación pública inspiró un nuevo enfoque en la lucha contra el crimen.
Geoffrey C. Bunn, psicólogo: Un grupo de empresarios de Chicago se reunió y dijo: "Tenemos que frenar el gansterismo en esta ciudad, tenemos que invertir en la detección científica del crimen y crear una institución nacional para resolver el crimen.
Titular de un periódico: Científicos como Sherlock se unen a la guerra-experta contra el crimen y la mafia.
Narración: El Laboratorio de Detección Científica del Crimen se estableció en la Universidad Northwestern de Chicago en el otoño de 1929. Contaba con especialistas en huellas digitales, balística, fotografía del lugar del crimen, análisis de escritura a mano y toxicología. Leonarde Keeler era el experto en detección de mentiras con una nueva máquina de su propio diseño.
Ken Alder, historiador: El objetivo de Keeler era convertir el delicado aparato científico que Larson había creado en una caja robusta que pudiera transportarse fácilmente y que fuera tan simple de usar que, hasta un policía, no un doctor-policía, sino un policía cualquiera pudiera usar el dispositivo.
Narración: El diseño de Keeler incorporó una característica nueva, un par de electrodos que se ponían en las manos del sujeto.
Geoffrey C. Bunn, psicólogo: Mides la conductividad eléctrica de la piel y la teoría es que cuando una persona está mintiendo, se pone nerviosa. A medida que se ponen nerviosas, empiezan a sudar más y la piel puede conducir mejor la electricidad.
Narración: Keeler llamó al nuevo aparato: el polígrafo, la palabra para cualquier dispositivo que registra varios síntomas. Pero Keeler patentó la máquina e hizo suyo el nombre. Para la mayoría de la gente, "polígrafo" se convirtió en otra palabra para "detector de mentiras".
Al comenzar a comercializar sus máquinas con la policía y los detectives, Keeler estaba desarrollando una nueva aplicación prometedora y lucrativa.
Ken Alder, historiador: Traen a Keeler a resolver una serie de delitos en los bancos y una de las cosas que descubre es que muchos de los empleados de los bancos han cometido delitos menores, embolsándose dinero en efectivo en ocasiones. Keeler dijo: "Voy a volver a evaluar a estas personas regularmente, cada seis meses y van a sorprenderse porque estas personas van a volverse sus empleados más honestos". Y esto se empezó a volver algo común.
Narración: Mientras que una investigación criminal a menudo involucraba un solo interrogatorio, Keeler evaluó a más de mil cajeros bancarios y empleados de las tiendas por departamentos durante sus primeros dos años en Chicago.
Resumen de Forbes, por F.P. McEvoy: El detector de mentiras se vuelve negocio.
Narración: Dividió los honorarios con el laboratorio criminalístico. Este trabajo paralelo pronto fue su principal fuente de ingresos.
Keeler dio a conocer su polígrafo justo cuando la práctica de interrogar estaba a punto de sufrir un profundo cambio. Empezó en 1931, cuando el gobierno publicó un estudio sobre la impunidad en la vigilancia policial.
Partes del reporte del estudio sobre la impunidad en la vigilancia policial: Confesiones a golpes... golpeando... en el abdomen... estrangular... golpeando en la cara... amenaza de muerte...a latigazos durante...
Narración: Los estadounidenses habían oído del tercer grado durante años, aun así, les impactaron los horrores descritos en el reporte de Wickersham.
Douglas Flowe, historiador: Este tipo de trato no es exclusivo de algunas de las grandes ciudades, también sucede en los pueblos pequeños. Sucede en el Sur, sucede en el Oeste y sucede en los estados del Centro.
Narración: A raíz del reporte de Wickersham, la Corte Suprema finalmente prohibió las confesiones obtenidas con el uso de la violencia.
Matthew Barry Johnson, psicólogo: Sabemos que siguió habiendo abuso físico en los interrogatorios, pero esto presionó a los cuerpos policiales a idearse métodos menos brutales.
Narración: Durante diez años, pocos departamentos de policía habían mostrado interés alguno en el detector de mentiras. Como lo dijo el alcalde de Nueva York, Jimmy Walker: "La vieja porra es mucho más efectiva que las nuevas ideas científicas". Pero ahora que al parecer habían eliminado la brutalidad de la sala de interrogación, los cuerpos policiales le echaron un segundo vistazo al polígrafo.
Ken Alder, historiador: No estaba prohibido en las investigaciones policiales. Si confiesas durante una investigación policial, aun sea oralmente, aunque sea solo una vez, mientras que haya un testigo, sabes, va a contar.
Hombre, material de archivo de una interrogación con el detector de mentiras: Tome asiento Joe, aquí mismo. Tome asiento ahí, Joe. Vamos a hacer una pequeña prueba, Joe. Y quiero que se siente perfectamente callado. Y esto no va a lastimarlo de ninguna manera. Vamos a hacerle unas pocas preguntas mientras está conectado a este aparato.
Narración: "El éxito de este dispositivo", explicó Keeler, "se atribuye", en gran medida, "al efecto psicológico que tiene para obtener confesiones".
Hombre, material de archivo de una interrogación con el detector de mentiras: ¿Conoce a George Evans?
Hombre, material de archivo de una interrogación con el detector de mentiras: No.
J. Patrick O'Burke, experto en polígrafos: La mayoría de la gente no entiende lo poderosa que es la parte psicológica en el proceso de interrogación. La gente ve este instrumento y la hace desmoronarse y confesar de una vez.
Hombre, material de archivo de una interrogación con el detector de mentiras: Joe: ¿mató usted a George Evans?
Hombre, material de archivo de una interrogación con el detector de mentiras: ¡No!
Titular de un periódico: Los criminales no pueden engañar al detector de mentiras.
Frankie Y. Bailey, historiadora criminalística: Queremos creer que algo es incuestionable, cuando de hecho, si vemos una prueba de polígrafo, está basada en la habilidad y los prejuicios del operador. Puede interpretarse de muchas maneras.
Douglas Flowe, historiador: El detector de mentiras realmente no desempeña el papel
que debería desempeñar limpiando la sala de interrogación. No cumple esa función.
Ken Alder, historiador: Lo que Keeler hizo fue mostrar que el detector de mentiras podía obtener pistas y confesiones. Y en la medida que convertía al detector de mentiras en una técnica más agresiva de interrogación, más les atraía a los oficiales de policía.
Narración: Cuando Keeler empezó en el laboratorio criminalístico, él era uno de los únicos operadores en el país y su departamento casi que una ocurrencia tardía. A los dos años tenía más trabajo que todos los demás departamentos juntos. En 1933, le dieron un premio "por la más destacada contribución cívica a Chicago".
Llegaron policías de todo el país a estudiar con él en el laboratorio criminalístico. Volvían a casa a regar la voz.
Keeler se estaba convirtiendo en el favorito de los medios en gran parte debido a una mujer que había conocido en California. Él y Katherine Applegate se conocieron cuando él entretenía a sus amigos con el detector de mentiras. Se casaron al poco tiempo de él mudarse a Chicago. La pareja hizo suya la ciudad.
Fotografía en el Honolulu Star-Bulletin, 6 de agosto de 1938: Niña Detective
Ken Alder, historiador: Kay estaba buscando su propia identidad en la lucha contra el crimen, así que estudió análisis de escritura a mano. Realmente se estaban dando una buena vida. Les gustaba tomar y luego resolver casos en su tiempo libre. Tienen una carrera como dúo de luchadores contra el crimen.
Narración: No todos estaban impresionados. John Larson trabajaba a pocos kilómetros de Keeler, pero vivían en mundos diferentes.
Ken Alder, historiador: Larson va al Instituto de Investigación Juvenil a ver si puede trabajar con niños y descifrar lo que están sintiendo y luego resolver los problemas ocultos bajo su paso a la delincuencia.
Narración: A medida que creció la fama de Keeler, creció el resentimiento de Larson.
Lisa Kort-Butler, psicóloga: En algunos de los comentarios de Larson hay un cierto desdén por lo que Keeler, en particular, ha hecho, abusando de la ciencia, desde su punto de vista.
Ken Alder, historiador: Larson sintió que Keeler lo había traicionado, que había traicionado al detector de mentiras convirtiéndolo en una herramienta de intimidación. Y empezó realmente a despreciar a Keeler.
Pájaros cantando
Cantos de vida silvestre
Narración: John Larson tenía un aliado poco probable en su silenciosa guerra con Keeler. Para finales de los años treinta, William Marston había renunciado a sus carreras en la Academia, el Derecho y la Producción de Cine. Tenía dos hijos con Elizabeth y dos más con Olive. Vivían todos juntos en los suburbios al norte de Nueva York.
Ken Quattro, escritor: Los hijos de Olive pensaban que su padre era un hombre que había muerto. No les permitían hacer preguntas sobre él.
Narración: La vida de Marston era una red de mentiras, pero tenía un don vendiéndose a sí mismo como el proveedor de la verdad. El detector de mentiras le quedaba perfecto: sensacional, enigmático e infinitamente adaptable. No pudo quedarse quieto y ver cómo Leonarde Keeler se convertía en la imagen de la detección de mentiras.
Ken Quattro, escritor: En 1938, Marston escribió básicamente un libro entero sobre cómo él inventó el detector de mentiras. Y atacó a Leonarde Keeler especialmente.
Narración: A pesar de que el libro contradecía casi todo lo que Larson creía sobre el detector de mentiras, accedió a escribir una introducción respaldando al autor. El desprecio que compartían por Leonarde Keeler fue más importante que sus recelos. Pero no por mucho tiempo.
Ken Alder, historiador: Marston va a la Avenida Madison y dijo que podía ofrecer sus servicios para investigar las respuestas emocionales de la gente a los productos.
Ken Quattro, escritor: Conectaría el detector de mentiras a un grupo de hombres para obtener sus reacciones después de usar las cuchillas de afeitar de Gillette. Y como era de esperar, les encantaron las cuchillas de afeitar de Gillette.
Reporte: Resultados increíbles.
Anuncio de Publicidad: El Detector de Mentiras "lo dice todo"... ¡Revela sorprendentes verdades sobre las cuchillas de afeitar!
Ken Alder, historiador: Gillette estaba feliz de imprimir algunos de estos anuncios, pero quería consultar con otros expertos antes de proseguir con la campaña de publicidad y fueron a buscar a John Larson. Y él realmente condujo experimentos y midió las respuestas y no encontró diferencias entre Gillette y las marcas rivales.
Ken Quattro, escritor: Marston contactó a John Larson y le dijo: "Si valida lo que he dicho en los anuncios, le doy 30 000 dólares".
Narración: El matrimonio por conveniencia entre Marston y Larson había terminado. No solo Larson rechazó el soborno, también reportó a Marston al FBI. Marston logró evadir los cargos criminales, pero había cortado otro lazo.
Geoffrey C. Bunn, psicólogo: El escándalo lo persiguió a todas partes. Pero claro, quien ríe de último, ríe mejor.
Narración: En 1941, Marston probó otra carrera, proponiendo un nuevo personaje a Detective Cómics, mejor conocido como DC.
Ken Quattro, escritor: El personaje que se le ocurrió fue totalmente innovador y extremadamente popular. Para 1940, los cómics vendían cientos de millones de copias en el mundo. Para 1941 y 1942, Marston estaba en la cima.
Narración: El arma más poderosa de la Mujer Maravilla le era familiar a quienes habían seguido la carrera de Marston: un lazo de oro que podía obligar a cualquiera a decir la verdad.
Lisa Kort-Butler, psicóloga: El talento para el espectáculo de Marston es tan importante como el trabajo de Keeler ya que ambos contribuyen a que el detector de mentiras se arraigue en la conciencia estadounidense.
Narración: Pero Marston solo tuvo unos pocos años para disfrutar del extraordinario éxito de la Mujer Maravilla. Contrajo polio en 1944, fue diagnosticado con cáncer al año siguiente y murió en la primavera de 1947. William Marston murió rico, famoso y considerado el inventor del detector de mentiras.
Anuncio de la Associated Press: Muere William Moulton Marston, inventor del detector de mentiras.
Narración: Los estadounidenses estaban todavía celebrando el final de la Segunda Guerra Mundial cuando una nueva lucha empezó a tomar forma contra un nuevo tipo de enemigo.
Propaganda: ¡El comunismo amenaza a Estados Unidos!... ¿Es este el mañana?
J. Patrick O'Burke, experto en polígrafos: El temor es que los agentes rusos puedan meterse, que los agentes rusos puedan robarse nuestra tecnología, que puedan infiltrar
nuestro gobierno. La amenaza era aterradora.
Pancarta: Comunismo en todas partes.
J. Patrick O'Burke, experto en polígrafos: Entonces, ¿qué podemos usar para hacernos sentir mejor? Y el polígrafo fue realmente la única cosa que tomó ese lugar.
Narración: Seis meses después de que el programa nuclear de EE. UU. fuera revelado al mundo en Hiroshima, el gobierno convocó a Leonarde Keeler a la planta ultrasecreta de uranio en Oak Ridge, Tennessee.
Pancarta: ¡Proteja los secretos de estado!
Narración: ¿Las órdenes dadas a Keeler? Determinar la "lealtad, integridad, confiabilidad, estabilidad mental e idoneidad" de los empleados de la planta.
El programa empezó con solo unos pocos trabajadores, pero pronto, a todos en Oak Ridge, 5 000 personas las estaban evaluando con el detector de mentiras cada seis meses.
El miedo y la sospecha estaban penetrando el espíritu nacional. El momento del detector de mentiras había llegado. Y el de Leonarde Keeler. En el verano de 1948 fue llamado al primer juicio importante de la Guerra Fría.
Música de noticiero
Titular: Diplomático estadounidense tildado de ser un espía rojo.
Presentador de Noticias: Alger Hiss, un antiguo funcionario del Departamento de Estado es catalogado un espía comunista. Su acusador, Whittaker Chambers, excomunista confeso, testificó ante el Comité de Asuntos Antiestadounidenses. El Sr. Hiss representa al enemigo oculto.
Narración: El Comité de Asuntos Antiestadounidenses había recibido las acusaciones
de Whittaker Chambers contra Alger Hiss con poco interés. Con una notoria excepción. El representante novato, Richard Nixon, despreciaba a Hiss y estaba trabajando día y noche para tumbarlo.
Alger Hiss, material de archivo: "Yo no soy y nunca he sido miembro del Partido Comunista".
Narración: El caso se redujo a una pregunta: ¿Cuál de estos dos hombres estaba mintiendo? Pocos estadounidenses estuvieron de acuerdo con Nixon. Confiaban en Alger Hiss como habían confiado en él el presidente Roosevelt y el presidente Truman.
Titular de un periódico: Truman apoda a la investigación de espías una "maniobra de distracción".
Titular de un periódico: Vergonzosa persecución
Narración: Pero el 16 de agosto de 1948, cuando la audiencia estaba por terminar, Hiss cayó en la trampa tendida cuidadosamente por Nixon. "El Comité tiene un problema difícil", le dijo a Hiss. "Me pregunto si, dadas las circunstancias, estaría usted dispuesto a tomar una prueba con el detector de mentiras".
Lisa Kort-Butler, psicóloga: A medida que el gobierno se interesa en descubrir quién puede estar espiando en nombre de los soviéticos, amenazar a la gente con el detector de mentiras se convierte en una herramienta para discernir quiénes podrían ser esas personas.
Titular de un periódico: Experto en detección de mentiras convocado a D.C.
Narración: Nixon le aseguró a Hiss que la prueba la realizaría el propio Leonarde Keeler. Hiss conocía la ley. Sus objeciones y evasivas llenaron dos páginas de la transcripción; la prueba nunca tuvo lugar. Pero Nixon sabía de teatro político. La prueba nunca fue el punto. Había menoscabado la credibilidad de Hiss.
Titular del The Evening Tribune: Alger Hiss rechaza la prueba con el detector de mentiras.
Narración: "No sé nada sobre polígrafos", declaró más tarde Nixon, "pero sé que van a asustar muchísimo a la gente".
Pancarta: Mantengan a los comunistas afuera.
Narración: Cuando un gran jurado decidió que Nixon había tenido toda la razón sobre Alger Hiss, millones de estadounidenses sacaron una fatídica conclusión.
Ken Alder, historiador: Necesitábamos vigilar constantemente a los enemigos entre nosotros. Y eso es lo que hicieron los detectores de mentiras.
Película Yo Creo en Ti, 20th Century Fox, 1948
James Stewart en la película Yo Creo en Ti: Mr. Keeler está listo, Frank.
Leonarde Keeler en la película Yo Creo en Ti: Tome asiento, Frank. Relájese, con calma.
Narración: En la misma época que Keeler se vio involucrado en el asunto de Alger Hiss, apareció en una película de Hollywood como él mismo, junto a una de las estrellas más grandes del negocio.
Leonarde Keeler en la película Yo Creo en Ti: Ahora, mire hacia adelante, no mire la máquina.
Narración: Yo Creo en Ti relataba un caso reciente en el que Keeler había ayudado a liberar a un hombre injustamente condenado por asesinato.
Leonarde Keeler en la película Yo Creo en Ti: Mide uno ochenta y dos, ¿no es así?
Hombre en la película Yo Creo en Ti: Uno ochenta.
Leonarde Keeler en la película Yo Creo en Ti: Un minuto. Solo sí o no.
Hombre en la película Yo Creo en Ti: Oh. Lo siento, señor.
Leonarde Keeler en la película Yo Creo en Ti: Y siéntese bien.
Narración: Era más conocido que cualquier otro representante de la ley en el país.
Ken Alder, historiador: En la medida que Keeler volvió al detector de mentiras más coercitivo, él mismo se convirtió en el vivo ejemplo de lo que salió mal en la detección de mentiras.
James Stewart en la película Yo Creo en Ti: ¿Cuál es el veredicto?
Ken Alder, historiador: Pero después de la guerra, Keeler participa en lo que hoy llamaríamos un Proyecto de Inocencia.
Titular de un periódico: Detector de Mentiras libera hombre condenado por homicidio.
Ken Alder, historiador: Keeler empieza a vender el detector de mentiras no solo como algo para encontrar a las personas culpables, sino para exonerarlas.
Narración: Pero la conversión de Keeler de carcelero a liberador apenas había empezado cuando la interrumpieron sus múltiples problemas. Su matrimonio se estaba desmoronando. Leonarde contrató a un detective privado para seguir a su esposa.
Ken Alder, historiador: Kay le había sido infiel. Y es evidente que la culpa era de él tanto como de ella, había estado bebiendo mucho y era a menudo un desastre.
Narración: Problemas matrimoniales, alcoholismo y paranoia eran todas aflicciones comunes en su profesión.
J. Patrick O'Burke, experto en polígrafos: Estás ahí sentado durante horas y horas combatiendo mentalmente a alguien que puede ser el peor criminal que hayas visto o alguien absolutamente inocente. Si te acuso injustamente, tu vida se acaba. Si digo que eres inocente y eres culpable y te dejo ir, vas a salir a cometer más crímenes. Y eso, ese estrés es palpable para la mayoría de los examinadores.
Narración: A finales de 1948, Leonarde Keeler, el hombre que había hecho del detector de mentiras parte de la vida estadounidense sufrió un ataque cerebral. Murió el 20 de septiembre de 1949 a los 45 años.
John Larson había visto la espiral descendente de Keeler desde Logansport, Indiana, donde él era el director médico del Hospital Psiquiátrico Estatal.
A Larson lo admiraban por mejorar las vidas de sus pacientes, pero sus intentos por usar el detector de mentiras en las terapias tuvieron poco éxito.
Ken Alder, historiador: Larson siempre tuvo la esperanza de que el dispositivo fuera una forma de hacer que las personas se abrieran y tal vez incluso resolvieran los complejos ocultos en su interior. Si esta es una estrategia exitosa o no, es otra cosa.
Narración: Pero a este hombre serio y tranquilo lo consumían los celos por su rival, ya muerto. Larson recolectaba obsesivamente recortes de periódicos, cartas e informes para un libro que él creía que finalmente revelaría el fraude de Keeler. Se llamó Desenmascarando el Detector de Mentiras. Larson esperaba clavarle una estaca al corazón de su propia creación.
Frankie Y. Bailey, historiadora criminalística: La máquina se le había salido de las manos. Comienza con esta máquina, va a usar el método científico, tiene experimentos controlados. Ahora tiene este interrogatorio psicológico. Y la gente te está contando sus secretos porque cree que el detector de mentiras está funcionado de verdad.
Ken Alder, historiador: El detector de mentiras lo usan primero en Oak Ridge, pero luego se expande. La CIA lo utiliza. Lo utilizan en las instalaciones nucleares. Y lo usan en policías y en el ejército, en gran medida, a menudo solo como una especie de profiláctico, como una prueba constante para asegurarse de que la gente tenga la sensación de que la observan.
Narración: Y se puso de moda en las empresas. De los bancos a la comida rápida, miles y luego millones de solicitantes y empleados eran evaluados con detectores de mentiras.
Titular de un periódico, 3 de marzo de 1959: Trabajadores financieros encaran al detector de mentiras.
J. Patrick O'Burke, experto en polígrafos: La Guerra Fría provocó este explosivo crecimiento en el uso de las pruebas de polígrafo en Estados Unidos. Lo ignoraron en el resto del mundo, pero fue explosivo en términos de lo rápido que se propagó en Estados Unidos.
Suena el timbre
I Married Joan, NBC, 1953
Tom en I Married Joan: Eh, hola Jedd.
Jedd en I Married Joan: Hola Tom.
Tom en I Married Joan: Veo que trajiste la máquina.
Jedd en I Married Joan: Sí y es muy pesada.
Narración: Cada vez más estadounidenses se encontraban con los detectores de mentiras en situaciones problemáticas. Pero en la televisión, en el cine y en los cómics, nunca se equivocaba.
Jedd en I Married Joan: Eh, ¿Cómo es tu nombre?
Joan en I Married Joan: Joan Stevens.
Tom en I Married Joan: ¿Ves eso, Jedd? Las agujas se mueven uniformemente. Eso es porque dijo la verdad.
Jedd en I Married Joan: Sí.
Douglas Flowe, historiador: En la cultura popular los detectores de mentira nunca se equivocan. Y eso en sí mismo es el aspecto más poderoso de una prueba de polígrafo.
Joan en I Married Joan: ¡Confieso! Yo lo hice, yo lo hice. ¡Confieso! Lo siento, pero yo lo hice. No hay nada qué hacer, yo lo hice. Confieso. Yo lo hice, yo lo hice...
Ken Alder, historiador: De la era de los titulares...
Titular de un periódico: Máquina dice si el criminal es culpable...
Mujer en tira cómica de Superman: ¡No! ¡No! ¡Yo soy inocente!
Ken Alder, historiador: a la era de las tiras cómicas y a la del cine…
Hombre en una película: ¿Qué te dice ahora?
Ken Alder, historiador: …el detector de mentiras, en cierto modo, vivió en los medios.
Hombre en Dragnet: Tuviste 16 reacciones positivas.
Hombre en Dragnet: ¿Sí? ¿Qué significaría eso?
Hombre en Dragnet: Mentiste Henry, 16 veces.
Frankie Y. Bailey, historiadora criminalística: La mayoría de nosotros no tenemos una experiencia directa con el mundo del crimen. Y mucho de lo que creemos saber sobre vigilancia policial, prisiones, detección de mentiras, polígrafos, la mayor parte viene de estar expuestos a la cultura popular y a los medios.
Hombre en una película: ¿Sientes esto alrededor de tus dedos, Bill? ¿Y esto aquí en tu brazo? ¡Estás conectado a un detector de mentiras!
La Dimensión Desconocida
Lisa Kort- Butler, psicóloga: Los medios y la industria del cine impulsaron este instrumento a este lugar en la cultura popular del que aún tenemos que escapar.
Dibujo animado: Listos…
Narración: Esta aura de infalibilidad ayudó a impulsar la fenomenal expansión del detector de mentiras. De hecho, era un instrumento temperamental, fácilmente malinterpretado. Solo un pequeño porcentaje de los operadores tenía alguna formación profesional. Los abusos estaban en todas partes.
Titular de un periódico: Espía podría enfrentar el detector de mentiras.
Ken Alder, historiador: En la práctica, no había tantos espías comunistas en Estados Unidos. Pero lo que sí había era gente con secretos que ocultar. Secretos que podrían hacerlos vulnerables. Y una de las partes más tristes de la historia del detector de mentiras ocurre en este período cuando el detector de mentiras se usa para identificar a las personas homosexuales, particularmente en el Departamento de Estado.
Narración: La "Purga de los Depravados", se llamó. "El Terror Lila". A lo largo de los años cincuenta, las cacerías de brujas anticomunistas ocuparon más titulares, pero fueron los gays estadounidenses, los objetivos más fáciles.
Titular de un periódico: Pervertidos llamados un peligro para el gobierno.
Titular de un periódico: Derrochadores, subversivos, objetivo de los Senadores.
Narración: A los acusados se les ofrecía la oportunidad de limpiar su reputación con una prueba de detección de mentiras, pero las probabilidades de éxito eran mínimas. Solo en el Departamento de Estado 1 000 empleados perdieron sus puestos y sufrieron las consecuencias sociales de ser etiquetados como homosexuales.
Pancarta: Quince millones de homosexuales estadounidenses protestan el trato del gobierno.
Douglas Flowe, historiador: En últimas, aunque se suponía que el detector de mentiras iba a evitar la necesidad de usar la fuerza, terminó siendo parte de la lista de opciones que el estado podía usar para forzar y manipular a alguien.
Narración: Larson solo pudo observar cómo su invento era usado en formas que jamás hubiera imaginado en aquellos días llenos de esperanza en Berkeley. "Más allá de mis expectativas", escribió, "por factores incontrolables, esta investigación científica se convirtió, en términos prácticos, en un monstruo de Frankenstein contra el que he luchado durante 40 años".
Su libro, su única arma tenía ya 9 000 páginas. Murió de un ataque cardíaco en septiembre de 1975 a los 74 años de edad organizando las páginas de su manuscrito.
Canción comercial: Obtienes lo que quieres ♪ Cuando lo quieres en el 7-Eleven ♪ Hay tantas cosas...♪
Ken Quattro, escritor: A mediados de los años setenta estaba saliendo con una chica que era maestra de escuela. Bueno, en el verano ella fue al 7-Eleven a conseguir trabajo. Sale después de una hora y su cara está roja y todo y le digo: "¿Qué pasó?". Y me dice: "No pasé el detector de mentiras".
Hombre: ¿Le ha robado algo a un empleador?
Hombre: ¿Alguna vez ha usado drogas ilegales?
Hombre: ¿Lo han condenado de un delito grave?
Narración: En las décadas desde que Keeler introdujo el detector de mentiras a bancos y almacenes, este se había extendido a toda la economía estadounidense. Para los años ochenta, la mitad del comercio minorista en los Estados Unidos usaba polígrafos en sus empleados. No le pusieron límites al crecimiento exponencial del detector de mentiras. Las cosas finalmente llegaron a un punto crítico cuando el presidente Reagan ordenó un aumento dramático en la evaluación de los empleados gubernamentales. La reacción del público fue abrumadora.
Hombre declarando en el congreso: 300,000 estadounidenses honestos son tildados de mentirosos cada año.
Golpe del martillo
Narración: Reagan se echó para atrás y en 1988, el Congreso respondió a la indignación aprobando la Ley de Protección del Polígrafo, la cual prohibió el detector de mentiras en el mundo comercial. De la noche a la mañana, el uso se desplomó en un 90%.
Titular de un periódico: El Detector de Mentiras pierde su impulso
Narración: Pero a pesar de toda la controversia, el detector de mentiras era demasiado útil para descartarlo. La nueva ley no hizo nada para limitar su uso por parte del gobierno, los cuerpos policiales o las agencias de seguridad nacional.
J. Patrick O'Burke, experto en polígrafos: Para ir al meollo de la pregunta, el polígrafo probablemente funciona mejor de lo que mucha gente quiere admitir, pero a veces no funciona tan bien como quisiéramos.
Douglas Flowe, historiador: El detector de mentiras persiste, aunque sabemos que no es necesariamente exacto. Se trata de esta confianza exclusivamente estadounidense en la tecnología.
Narración: Por más de un siglo, el detector de mentiras continúa siendo un fenómeno de EE. UU., ignorado en gran medida en el resto del mundo.
Ken Alder, historiador: Habla de la forma particular en la que Estados Unidos resolvió los problemas sociales realmente polémicos, entregando los juicios, no a seres humanos falibles, sino a unas máquinas.
Frankie Y. Bailey, historiadora criminalística: Los estadounidenses quieren creer que de alguna forma hay esta única verdad, una verdad que representa lo que somos. Y tenemos la habilidad de recurrir, de usar esta tecnología para determinar cuál es.
Douglas Flowe, historiador: El detector de mentiras toma un problema que no se puede controlar y lo convierte en algo que, al menos en nuestra imaginación, puede controlarse. Hay una sensación de certeza. Y los estadounidenses están buscando certeza.