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Aired January 25, 2022

Roberto Clemente (español)

Film Description

El 31 de diciembre de 1972, Roberto Clemente, un beisbolista de 38 años de los Piratas de Pittsburgh, abordó un avión DC-7 cargado con suministros de socorro para los sobrevivientes del catastrófico terremoto en Managua, Nicaragua. Preocupado por los informes de que la dictadura nicaragüense estaba haciendo mal uso de los envíos de ayuda, Clemente, oriundo del vecino Puerto Rico, esperaba que su participación persuadiera al gobierno a distribuir paquetes de ayuda a las más de 300 000 personas afectadas por el desastre. Poco después del despegue, la sobrecargada aeronave cayó al océano Atlántico, a solo una milla de la costa de Puerto Rico. El cuerpo de Roberto Clemente nunca fue recuperado.

Roberto Clemente es una mirada en profundidad a un excepcional beisbolista y a un comprometido filántropo que desafió la discriminación racial para convertirse en la primera superestrella latina del beisbol. Con entrevistas con los autores David Maraniss y George F. Will, ganadores del Premio Pulitzer, Vera, la esposa de Clemente, y Orlando Cepeda, miembro del Salón De La Fama del Beisbol y excompañero de equipo; el documental presenta un retrato íntimo y revelador de un hombre cuya pasión y gracia lo convirtieron en una leyenda.

Credits

Written, Directed, Produced by
Bernardo Ruiz

Co-Producer
Caroline Waterlow

Editor
James Rutenbeck

Narrated by
Jimmy Smits

Senior Consultant
David Maraniss

Original Score by
Gary Lionelli

Cinematographers
Michael Chin
Claudio Rocha

Associate Producers
Patricia Benabe
Lenina Nadal

Stills Animation
Anna Saraceno

Sound
George Simpson
Margarita Aponte Rivera
Patricia Armstrong
Sarah Chin
JT Takagi
Dino DiStefano

On-Line Editor
Mark Steele

Sound Mix
Heart Punch Studios

Additional Photography
John Foster
Stephen Kazmierski

Assistant Camera
Chad Djubek
Antonio Cisneros

Assistant Editors
Erin Waters
Marcos Meconi
Alexandra de Gonzalez

Accounting
Rick Skutch, CPA

Legal
Fernando Ramirez

Academic Advisors
Adrian Burgos
Samuel O. Regalado
Rob Ruck

Puerto Rico Research Consultant
Soldanela Rivera

Additional Researchers
Lincoln Restler
Diana DiGioia

Production Assistants
Kelly Duncan
Casey Doolin
Joe Paclawski

Production Interns
Priscilla Alvarez
Michael Armstrong
Daniel Lanzman
Nemanja Mirkovic
Erik Perez
Carolina Sopper

Archival Footage Courtesy of
ABCNEWS VideoSource
Archive Films / Getty Images
Archivo de Imagen en Movimiento, Archivo General de Puerto Rico, Instituto de Cultura Puertorriqueña
BBC Motion Gallery
Carol Bass
Corbis
FILM Archives, Inc.
Fox Movietone News, Inc.
Society of Western Pennsylvania, Senator John Heinz History Center
Historic Films Archive, LLC
J. Fred MacDonald & Associates
National Baseball Hall of Fame Library, Cooperstown, NY
NBC News Archives
Rare Sportsfilms, Inc.
SPPN Images
Streamline Films
UCLA Film & Television Archive
“Noticiero Viguié” John E. Viguié
The WPA Film Library
WPXI-TV Pittsburgh

Clemente Family Photographs, motion picture footage and excerpts provided courtesy of the Clemente family, used with permission. Copyright

For AMERICAN EXPERIENCE

Post Production
Vanessa Ezersky
Glenn Fukushima
Greg Shea

Series Designer
Alison Kennedy

On-line Editor
Spencer Gentry

Sound Mix
John Jenkins

Series Theme
Charles Kuskin

Production Manager
Nancy Sherman

Legal
Jay Fialkov
Janice Flood
Maureen Jordan
Scott Kardel

Project Administration
Kelsey Dorwart
Susana Fernandes
Pamela Gaudiano

Marketing and Communications
Laura Bowman
Jen Holmes
Patrick Ramirez

Project Manager
Lauren Prestileo

Associate Producer, New Media
Molly Jacobs

Senior Editor
Paul Taylor

Series Producer
Susan Bellows

Series Manager
James E. Dunford

Coordinating Producer
Susan Mottau

Senior Producer
Sharon Grimberg

Executive Producer
Mark Samels

A Quiet Pictures film for AMERICAN EXPERIENCE

Acknowledgements

The production team would like to acknowledge David Maraniss’ book Clemente, The Passion and Grace of Baseball's Last Hero.

On-camera interview subjects and poetry readers:
Les Banos, friend
Carol Brezovec Bass, friend
Steve Blass, teammate
Orlando Cepeda, San Francisco Giants
Matino Clemente, brother
Vera Clemente, wife
Osvaldo Gil, friend
Juan Gonzalez, writer
David Maraniss, biographer
Roy Mchugh, sportswriter
Al Oliver, teammate
Samuel O. Regalado, historian
Robert Ruck, historian
Manny Sanguillén, teammate
George Will, writer

Off-camera interviews:
Luis Clemente, son
Enrique Zorilla, friend

Senior Consultant
David Maraniss, biographer

Academic Advisors
Adrian Burgos
Samuel O. Regalado, historian
Robert Ruck, historian

Transcript

SOT: ¡Está bien bateado! ¡Un jonrón de Clemente!   

Narración: El 17 de octubre de 1971, los Piratas de Pittsburgh, que no eran los favoritos, vencieron a los Orioles de Baltimore en el séptimo juego para ganar la Serie Mundial. Muchos jugadores contribuyeron a la victoria, pero todos acordaron quién fue el mayor responsable… su jardinero derecho, veterano de Puerto Rico, el número 21, Roberto Clemente. 

SOT: Aquí está conmigo, el mejor jardinero derecho del béisbol…

Narración: Pero no fue solo cómo jugó ese día que recordarían sus admiradores. Fue lo que hizo después.

SOT. Roberto Clemente: Antes de decir algo en inglés, quisiera decirles algo a mi madre y a mi padre en español. 

Juan González, Escritor: Los latinos que estaban escuchando eso estaban viendo la televisión en inglés. Que alguien te hablara de repente en español reforzaba el orgullo en tu lenguaje y cultura y en quién era Roberto.  

Les Banos, Amigo: Lloré cuando hizo esto, porque así era él. Amaba a su familia, amaba a su país. Amaba los EE. UU., pero su amor era para Puerto Rico.

Narración: Fue la primera superestrella latina del beisbol, antes de que el pasatiempo del país se volviera internacional.

Robert Ruck, Historiador: Clemente es el primer atleta que va más allá de la raza, la nación y la cultura. Además, no lo define el mercantilismo. Se trata de orgullo, de hacer lo que le parece correcto. Se trata de lealtad.

Narración: Jugó con una gracia sin igual durante tiempos turbulentos, con una pasión y orgullo que solían malentenderse. 

George Will, Escritor: Era un enigma, de seguro, para muchos de los medios deportivos. Ellos actuaban misteriosamente y eran algo antagónicos, según lo veía él.

Samuel O. Regalado, Historiador: Era un individuo complicado porque estuvo aquí en tiempos muy complicados. 

Narración: Era más importante que el juego que amaba hasta que su súbita y trágica muerte lo hizo más importante.

Título: Roberto Clemente

Narración: “Crecí con gente que realmente tuvo que luchar para vivir”, Roberto Clemente recordaba. “Mi madre nunca fue a un espectáculo. No sabía bailar”. 

Como para muchos otros en el Puerto Rico rural, la vida para la familia Clemente giraba alrededor de la caña de azúcar. Su padre, Melchor, era capataz en los campos cerca de la pequeña ciudad de Carolina. Su madre, doña Luisa, solía despertarse a la 1:00 a.m. para prepararles el almuerzo a los trabajadores. Roberto, el menor de los siete hijos, comenzó a trabajar a los ocho años. La vida en Carolina era difícil, con bastantes tragedias, pero Clemente la recordaba con afecto. “Solíamos reunirnos a la noche y bromear y comíamos lo que teníamos”, dijo después. “Para mí, era maravilloso”. 

Tímido, pensativo, inquieto, Roberto se dedicaba al deporte favorito de la isla. 

David Maraniss, Biógrafo: El beisbol fue todo para Clemente desde temprana edad. La gente en su barrio de San Antón decía que siempre lo veían arrojando algo contra la pared. Podía ser un calcetín o una tapa de botella o algo, pero siempre hacía el movimiento de arrojar algo.

El beisbol cautivó a Roberto como cautivó a miles y miles de jóvenes en Puerto Rico en esa época, porque era lo que estaba disponible. Puerto Rico no era una isla de fútbol, sino de beisbol. 

Juan González, Escritor: En Puerto Rico, la gente debate y pelea. El fanatismo hacia el beisbol es mucho mayor de lo que es aquí en EE. UU. 

Narración: De adolescente, a fines de 1940, Clemente tomaba el autobús a San Juan para ver a las ligas de invierno puertorriqueñas, y soñaba con su propio futuro en el beisbol. Ya siendo un jugador talentoso, miraba a algunos de los mejores del juego, incluyendo a los jugadores de las Ligas Negras de EE. UU., atraídos por el clima racial abierto de la isla.    

SOT: Un golpe alto lo regresa a primera base. Ese es el segunda base Taylor moviéndose cerca de la línea para atraparla para el fuera, y eso retira al equipo. 

David Maraniss, Biógrafo: En Puerto Rico era muy distinto a cómo era en EE. UU. en esa época. Si eras un puertorriqueño negro o norteamericano negro, podías comer donde quisieras, podías dormir donde quisieras, podías salir con quien quisieras. No estaba este recordatorio constante del color de tu piel. 

Narración: Siguiendo a su equipo favorito, los San Juan Senadores, Clemente vio excelentes jugadores, blancos y negros, jugar con el estilo aventurero que caracterizaba a la Serie del Caribe. Por 15 centavos, Clemente podía ver jugar a su ídolo en el jardín, Monte Irvin, un veterano de la Liga Negra.

Samuel O. Regalado, Historiador: Para Roberto Clemente, los jugadores negros en muchos aspectos representaban un momento muy importante en su juventud. Fueron los abanderados para Roberto Clemente. Eran los modelos a seguir. 

Narración: A los 18, Clemente tuvo su primer golpe de suerte, jugando para los Santurce Cangrejeros por $40 a la semana. Pronto, los mejores beisbolistas de la isla hablaban del joven jardinero con el bate rápido y el brazo de misil. Uno lo llamaba “el mejor atleta independiente que haya visto”.

En 1954, Melchor Clemente firmó un contrato en nombre de su hijo con la organización de los Brooklyn Dodgers, por la inimaginable suma de $5000, más un incentivo por firmar de $10 000. Su estadía con los Dodgers sería corta. Pronto lo reclutarían los Piratas de Pittsburgh, pero Roberto Clemente estaba viviendo el sueño de todo chico puertorriqueño que hubiera tratado batear. Iba camino al norte a jugar beisbol en Las Grandes Ligas. 

SOT: En Fort Myers, comienza el entrenamiento de primavera para los Piratas de Pittsburgh, El gerente Danny Murtaugh…

Narración: Para Roberto Clemente, de 20, el ritual anual del entrenamiento de primavera en Florida le resultaba familiar y desconocido. Ya había jugado beisbol en un clima cálido y soleado, pero jamás había encontrado a Jim Crow. 

Samuel O. Regalado, Historiador: Entrenan en el sur, y es en el sur que Roberto Clemente, como otros latinoamericanos negros, se enfrentan por primera vez a ese racismo explícito del que habían oído en sus tierras natales, pero ahora lo veían cara a cara, y es un concepto realmente difícil de entender para ellos.

David Maraniss, Biógrafo: El equipo se quedaba en el hotel Bradford en el centro, salvo Clemente y otros tres jugadores negros y latinos, que tuvieron que hallar su propio alojamiento al otro lado de las vías, literalmente. En todo aspecto de su vida allí, sintió la segregación con fuerza por primera vez en su vida. 

Juan González, Escritor: Venía como norteamericano, jugaba beisbol en su país, pero era tratado como un norteamericano negro, como un extranjero. La forma en que lo identificaban no cuadraba con su realidad. 

Samuel O. Regalado, Historiador: Tenías la combinación de un beisbolista joven, ansioso por triunfar… hasta cierto punto con delirios de grandeza, y luego estaba la realidad de su posición como persona, y en el sur, durante los años 50, no importaba si eras o no un jugador de beisbol profesional, simplemente eras negro. 

Narración: Con el inicio de la temporada regular, el equipo vino al norte a Pittsburgh, una ciudad acerada y dura que emanaba humo, donde Clemente alquiló una habitación en un barrio afroamericano de clase media. 

Los hinchas de Pittsburgh amaban a sus Bucs, como les decían, pero no sabían bien que opinar de su único jugador latino, y Clemente no sabía bien que opinar de Pittsburgh.

Robert Ruck, Historiador: En Pittsburgh, eras blanco o negro. No eras latino. No eras puertorriqueño. Por otro lado, sospecho que la gente de Pittsburgh, blanca y negra, tenía dificultades para entender a Clemente. Tenían poca experiencia con gente de América Latina, con la cultura latinoamericana, con ese sentimiento de orgullo latino. La comunidad negra lo vio, y físicamente era negro para ellos, pero no culturalmente. 

Orlando Cepeda, Beisbolista y Amigo: Me dijo que se sentía muy solo, por la comunicación. No podía comunicarse. Por eso, eh, teníamos dos strikes: por ser negros y por ser latinos. 

Narración: Clemente pasaba poco tiempo con sus compañeros Piratas, algunos lo hallaban cauto y distante. Cual fuera la razón, el resultado era obvio: además del beisbol, el número 21 y sus compañeros tenían poco en común. 

Samuel O. Regalado, Historiador: Clemente, luego de los partidos, no tenía a nadie con quien pasar el tiempo en cuando a compañeros de equipo. Solía andar solo. Es más, Clemente les firmaba autógrafos a todas las personas en gran parte porque no tenía nada mejor que hacer luego de los partidos. 

Narración: Antes de los publicistas y guardias de seguridad, los jugadores e hinchas podían tener un encuentro humano. Un día, una admiradora de 17 de la Pensilvania rural vio a Clemente luego de un juego con los Phillies.  

Carol Brezovec Bass, Amiga de la familia: Decidí acercarme y le dije: “Por favor, ¿me daría su autógrafo?”. Recién había comenzado a aprender algo de español, y le dije: “Ay, gracias, Sr. Clemente”. Él sonrió, me miró, y comenzó a hablar sin parar en español. Él hablaba y hablaba, y yo estaba eh, muy nerviosa por dentro y pensaba: “Ay, cielos, ¿cómo… qué hago para decirle que no entiendo lo que me quería decir?”. “Sr. Clemente, lo siento mucho”. Le dije: “Recién empiezo a aprender español, solo sé pocas palabras”. Y él comenzó a reír. Dijo: “Nunca vas a conseguir muchos autógrafos sentada tan atrás”.     

David Maraniss, Biógrafo: La vida de un atleta involucra más que nada el desarraigo. Y muchos atletas lidian con eso hallando salidas superficiales. Clemente mayormente lidiaba con eso tratando de hallar cosas que le recordaran su hogar y a su familia adonde iba. Carol era una parte de eso, una chica blanca de Filadelfia que parecía incompatible, se vuelve parte de la familia de Clemente. 

Narración:  A lo largo de los años, Clemente alojaba a Carol y a sus padres cuando lo visitaban en Puerto Rico. Las amistades con admiradores individuales eran una cosa. Las relaciones con la prensa dura de Pittsburgh eran otra cosa. 

La suya era una danza incómoda de incomprensión mutua y a menudo hostilidad. 

Roy McHugh, Escritor Deportivo: Si a Clemente no lo abordaban de buena forma, estallaba. Parecía que sus emociones estaban en la superficie. Y, eh, la pregunta equivocada o la palabra equivocada lo detonaba. No puedo decir que disfrutara hablar con él.

Al Oliver, Compañero de Equipo: Lo que me hacía reír de Roberto era que en muchas de sus entrevistas, los periodistas lo entrevistaban, y él empezaba a hablar de la vida. Y los escritores no estaban listos para eso. 

Narración: Se suponía que los jugadores de beisbol eran alegres y sin complicaciones. Clemente no. El jardinero de los Piratas solía ser malhumorado, lo acechaba un insomnio crónico, era un hombre serio, que se incomodaba en un vestuario ruidoso. 

Y el acento no ayudaba.

SOT. Entrevistador: ¿Crees que los tratos ayudarán al club? 

SOT. Roberto Clemente: Ah, hay muchas dudas, y, eh… Ojalá el trato nos ayude. Sé que tenemos un club joven. Tenemos mucha velocidad. Y tenemos mejores lanzadores que el año pasado.

Narración: Para mucha de la prensa de Pittsburgh, parecía que el origen latino del jugador era algo de qué burlarse o ignorar.

Juan González, Escritor:  Hubo un intento de negar la herencia latina de estos beisbolistas. Yo era muy joven entonces, pero recuerdo que siempre lo llamaban Bobby Clemente. Americanizaban los nombres, y los periodistas deportivos y los jugadores siempre ridiculizaban sus intentos de hablar en inglés.

Al Oliver, Compañero de Equipo: A fin de cuentas, no se sabía mucho de los jugadores puertorriqueños. Tampoco se sabía mucho de los jugadores negros en ese momento. Y tenía mucho que ver con no estar rodeado… Si no estás rodeado de cierto grupo de personas, entonces creas tus opiniones. 

Narración: Clemente rompía repetidamente una regla tácita para los atletas profesionales: nunca decir lo que piensas. Y otra: nunca quejarse de heridas o dolores. 

SOT. Roberto Clemente en una entrevista: El año pasado no me sentía bien y bateé .312 Y espero que con descanso y cuando mi estómago pare de dolerme, creo que podré tener un año mejor, en fin, eso espero. Tenía bajo peso, bajo peso el año pasado. Tenía un poco de problemas…

Narración: Su estómago, su espalda, sus piernas, su cuello… todo parecía fastidiarlo en cierto momento. Pronto, Clemente adquirió la fama de ser un hipocondríaco hipersensible. 

Roy McHugh, Escritor Deportivo: Un día tras un juego, estaba sentado frente a su casillero sin su uniforme y Joe Brown, el gerente general, le dijo que se duchara y vistiera. Él dijo: “Te resfriarás”. Él dijo: “No quiero que te enfermes”. Y Clemente le dijo: “Me siento mejor cuando estoy enfermo”. No sé qué quiso decir con eso, pero él sabía lo que quería decir.    

George Will, Escritor: Ganamos un estoicismo nacional con los años 30 y nuestros problemas durante la Depresión, y con los 40 y la guerra. El estoicismo se identificaba con la masculinidad. Y se pensaba que era menos masculino quejarse de dolores, aunque fueran reales. 

Robert Ruck, Historiador: Los jugadores blancos y los negros eran relativamente taciturnos. Mascaban tabaco. No muchos tenían un gran sentido de estilo o clase. Ciertamente, si les hacían preguntas sobre cómo se sentían y el jugador hablaba sobre sus sentimientos, eso era algo a lo que no estaban acostumbrados.

SOT. Imágenes de un jugador de los Piratas en una entrevista: Frank, hay muchas razones para ello. Creo que la principal es, eh, la confianza. Eh, lo principal… y batear el bate.

Narración: Parte del dolor de Clemente tenía un origen, pero rara vez hablaba de ello. En 1954, estuvo en un grave accidente de auto que le dañó su columna y cuello. Las heridas lo fastidiaron por el resto de su vida. 

Molesto por lo que veía como críticas injustas, Clemente atacaba verbalmente a sus detractores. “Los hipocondríacos no dan resultados”, gruñía. “¡Yo los doy!”   

George Will, Escritor: Clemente jugaba duro todo el tiempo. Jugaba todo el tiempo, pero hablaba todo el tiempo sobre lo duro que era hacer lo que él hacía. Y creo que irritó a algunas de las personas que pensaban que el jugador ideal debía ser como Gary Cooper: alto, callado y estoico. 

Narración: En sus primeras cinco temporadas con los Piratas, digamos que Clemente no había encendido el Forbes Field con su bateo. Había bateado más de .300 solo una vez, con siete o menos jonrones. 

SOT: Roberto Clemente toma la bola…

Narración: Su juego en el campo derecho era otra cosa. Se había ganado un creciente número de hinchas locales con su brazo poderoso y alcance notable. Pero estaba en un equipo deslucido, y la prensa nacional apenas lo notaba. 

Hasta el año 1960. 

SOT: Rock envía una bien a la derecha…

Samuel O. Regalado, Historiador: En 1960, los Piratas de Pittsburgh ya no eran el hazmerreír del beisbol. Los Piratas de Pittsburgh eran campeones de la Liga Nacional. 

SOT: Roberto Clemente, uno de los jugadores de beisbol sobresalientes….

Narración: Ese año, Clemente lideró a su equipo con carreras impulsadas, fue segundo en jonrones y bateos ganadores de juegos, y fue líder en la liga en asistencias en el jardín. 

Samuel O. Regalado, Historiador: Para 1960, es toda una estrella en la Liga Nacional. Se convierte en una amenaza real para sus oponentes. Quizás no sea reconocido por eso por la prensa nacional… pero en el diamante de beisbol, sus oponentes claramente reconocían a Roberto Clemente como una estrella en ascenso. 

Narración: Por primera vez en 33 años, los Piratas se hallaban jugando en la Serie Mundial. Por desgracia, debían enfrentar a los Yankees de Nueva York, ganador de cinco títulos en la década pasada, y un equipo armado de superestrellas como Mickey Mantle, Yogi Berra, y Whitey Ford. 

Robert Ruck, Historiador: La Serie de 1960 fue David y Goliat. Los Yankees eran la franquicia del deporte profesional, habían ganado más títulos que otro equipo de cualquier deporte. 

David Maraniss, Biógrafo: Los Piratas de Pittsburgh llegaron a la Serie Mundial sin ser los favoritos. Tienen un muy buen equipo, pero nadie ha oído hablar de los jugadores de los Piratas. 

Narración: Ayudados por los buenos bateos de Clemente, y su juego en el jardín, los Piratas lograron ganar tres de los primeros seis partidos, a pesar de ser superados por los poderosos Yankees, 46 a 17. El séptimo juego, el decisivo, sería jugado en Pittsburg, donde solo los fanáticos más apasionados de los Bucs le daban una oportunidad al equipo local. 

Al final del noveno, David y Goliat empataban nuevo a nueve. Mientras Pittsburgh contenía toda su respiración, el segunda base del equipo Bill Mazeroski, llegó al plato. 

SOT: Ese lanzamiento, va profundo al campo izquierdo. Se y se va y se va. Y ahí va Yogi Berra, y pueden despedirla. ¡Se fue! ¡El jonrón ganador! Los Bucs son campeones del mundo.

Narración: Cuando Mazeroski llegó a home, Clemente estaba ahí, celebrando una de las mayores sorpresas de la historia del beisbol, orgulloso de su contribución al éxito del equipo. Una vez fuera del campo, esperaba salir rápido y tomar un avión a Puerto Rico.

Pero no había contado con lo que pasaba afuera. "¡Ahí está Clemente!", gritó alguien. El público avanzó. Le llevó una hora poder pasar. Luego de años de sentirse como un extraño, se los había ganado. Dijo que los hinchas de Pittsburgh habían hecho que todo valiera la pena.

Finalmente, en San Juan en el aeropuerto, a Clemente lo recibieron como un héroe que regresaba. Los orgullosos puertorriqueños habían seguido la Serie en la radio y en los diarios. Un cartel en el público decía lo que todos sentían por su oriundo y victorioso hijo. Apenas había aterrizado cuando el público lo alzó en sus brazos y se lo llevó.

Juan González, Escritor: Era el héroe de la isla. Era como un dios. El orgullo que sentían los puertorriqueños por lo que había logrado en el beisbol era increíble.

Narración: La celebración duró semanas. Durante el día, vestido con su uniforme de las Grandes Ligas, dirigió clínicas para grupos de niños locales que adoraban el beisbol. La mayoría de las noches, iba a banquetes en su honor.

Pero Clemente tenía otro tipo de honor en mente... el premio al mejor jugador de la Liga Nacional de la temporada de 1960. El 17 de noviembre, finalmente se anunciaron los resultados. Según el voto de los escritores de beisbol de la nación para el mejor jugador de la liga, Clemente terminó octavo.

Lo tomó muy mal. 

Les Banos, Amigo: Sintió que había jugado como nunca en la vida en la Serie Mundial de 1960. Y personalmente, sentía esto, que se merecía el premio al mejor jugador por esto, pero no lo obtuvo. Sintió que había cierto prejuicio en esa época.

George Will, Escritor: Era muy sensible ante el ninguneo y ante sentir que no se daban cuenta de él. El rencor de Clemente surgió, primero, de su orgullo, segundo, de la injusticia del voto. No puedes decir absolutamente que Clemente debió ser el mejor jugador, pero no había siete mejores jugadores en la Liga Nacional aparte de Clemente ese año.

David Maraniss, Biógrafo: Oí que nunca usó su anillo de la Serie Mundial luego de eso porque estaba muy enojado. Ya sea que eso es apócrifo o no, representa con precisión cómo se sentía. Se sintió engañado por el racismo. Era como un recordatorio de que la vida en Norteamérica era distinta a su vida en Puerto Rico, que lo consideraban distinto y peor... y que no permitiría que sucediera de nuevo.

Narración: Roberto Clemente llegó al entrenamiento de primavera en 1961 con un nuevo contrato por $35 000 y algo que probar. Alimentado por su ira por ser ignorado, el jardinero de 27 años de los Piratas llevó su juego a un nuevo nivel. Ese año batearía un .351 que lideraría a la liga, mientras jugaba una defensa estelar. Aun cuando los Piratas volvían a perder, Clemente emergía como uno de los grandes jardineros derechos en el juego de beisbol.

Juan González, Escritor: En más de 50 años, vi muchos, muchos partidos de beisbol en mi vida. No recuerdo a nadie que arrojara una pelota mejor que Roberto Clemente cuando había un corredor yendo a tercera o uno tratando de anotar en home. Era un rifle. Tenía un brazo increíble, increíblemente preciso. En ciertos puntos era tan superior a todos los otros jugadores que todos los asuntos de raza, y nacionalidad, y lenguaje se quedaban a medio camino una vez comenzaba el juego.

George Will, Escritor: Hacía gestos y movía sus hombros y cuello como si tratara de resolver todas sus molestias. Luego se acomodaba en la caja del bateador, y se desataba el infierno.

Robert Ruck, Historiador: Clemente jugaba con desenfreno. Era como un caballo galopando por las bases, agitando los brazos.

Steve Blass, Compañero de Equipo: La manera en que manejaba su cuerpo era increíble. Digo, increíble. Parecía que galopaba. Parecía puro brazo, pero llegaba rápido. Su cuerpo era una máquina de beisbol.

George Will, Escritor: En cada faceta del juego... bateo, atrapada, bateo con fuerza, lanzada de pelota... era el típico jugador completo, ese era Roberto Clemente.

Narración: En todo EE. UU., el talentoso jardinero derecho de los Piratas era alentado por un número creciente de admiradores latinos. Durante los años 60, un aumento en la inmigración de América Latina y el Caribe trajo nuevas caras a las ciudades de EE. UU. y a los banquillos de beisbol también.

Cuando Clemente entró por primera vez a las ligas mayores en 1955, solo había un puñado de jugadores latinos, ahora, cerca de una década después, había docenas. Pero no todos en beisbol recibirían bien la tendencia.

George Will, Escritor: Alvin Dark, el gerente de los Gigantes de San Francisco, prohibió que se hablara español en la sede del club. Pensaba que los jugadores hispanos eran una presencia extraña y una amenaza a la cohesión. No sé cuál era el pensamiento.

SOT. Entrevistador: Orlando, ¿creen que vencerán a este tipo?

SOT. Orlando Cepeda: Será difícil porque siempre batea, pero nunca bateó debajo de .350. 

Narración: El número 21 pronto notó que se había convertido en algo más que el jardinero derecho. Lo quisiera o no, se había convertido en un modelo a seguir.

SOT. Orlando Cepeda: Lo veo todos los días, e intento aprender cosas de él, porque es el mejor bateador de beisbol. Es el mejor que haya vivido.

Les Banos, Amigo: Siempre era muy cuidadoso en su apariencia, porque creía que la primera impresión era muy importante, especialmente para él, porque creía que no representaba solo a Roberto Clemente. Siempre me dijo: "Represento a la gente de Puerto Rico".

George Will, Escritor: Representaba la impaciencia. Era una caldera de energía, representando la movilidad ascendente de la gente que hasta ahora había sido excluida.

Narración: Cada octubre, luego de la temporada de beisbol, Roberto regresaba a Puerto Rico. Conducía por las calles de San Juan en su Cadillac blanco, atraía la atención como una estrella de cine. Aún tenía veintipico de años, era apuesto, famoso y soltero.

David Maraniss, Biógrafo: Era magnético. Siempre había mujeres que le escribían cartas de amor, que trataban de estar cerca. No era que él caminara por ahí, orgulloso, como un galán, era un tipo muy dulce que quería oír las historias de la gente, y eso le sumaba a su magnetismo.

Narración: Tras una década en el camino, Clemente estaba ansioso por asentarse. Vera Zabala era impresionante. Era graduada, tenía 22 años, y trabajaba en un banco. Era de Carolina, el amado hogar de la infancia de Clemente, donde su padre, como el suyo, trabajó en los campos de caña de azúcar.

David Maraniss, Biógrafo: Ella ni sabía que Roberto Clemente era jugador de beisbol. Él comenzó a llamarla al trabajo, pidiéndole salir, y... con el tiempo, Clemente tuvo el valor de hablar con su padre.

Vera Clemente, Esposa de Roberto Clemente: Mi papá le dice: “Yo no sé que usted hace aquí. Nosotros somos una familia humilde, usted es un hombre famoso. Usted debe conocer muchas muchachas mucho más bonitas que ella y quizás hasta con dinero. Nosotros no tenemos dinero. Así que yo no sé en realidad usted que hace aquí”. Y él le dijo: “Usted tiene razón, yo puedo salir ahora mismo y en la esquina a lo mejor conozco a una muchacha, pero a mí no me interesa. La que yo amo, la que yo quiero está aquí”. 

Narración: El 14 de noviembre de 1964, la pareja se casó y se asentó en Carolina. El año siguiente, Vera dio a luz a un niño. Dos niños más seguirían.

Vera pronto descubrió que su esposo tenía algunas excentricidades.

David Maraniss, Biógrafo: Clemente era algo Nueva Era antes de que existiera lo Nueva Era. Era un masajista increíble, tomaba diferentes proteínas constantemente y batidos de mezclas raras para estar saludable. Creía en las conexiones místicas entre la vida y la muerte y la gente que ya no estaba en este mundo.

Narración: Su conexión con la muerte se debía a una tragedia en la infancia... la pérdida de su hermana Anairis, quien murió quemada en un accidente de cocina cuando Roberto era un bebé.

Por el resto de su vida, lo atormentarían el fuego y pensamientos de su propia mortalidad.

David Maraniss, Biógrafo: Habló por el resto de su vida sobre sentir a su hermana a su lado. Tenía cierta melancolía. Se le ve en los ojos.

Vera Clemente, Esposa de Roberto Clemente: Parece que él, él tenía como, como un timing, como decimos, él quería que nos casáramos y quería este, hacer todo lo más importante en cierto tiempo… porque él siempre, desde bien joven, decía que iba a morir joven.      

Narración: A mediados de los 60, Clemente se halló comprometido por sucesos más allá del campo de juego, ya que EE. UU. entraba en una época de cambios sin precedentes. Clemente miraba y leía sobre los manifestantes que llenaban las calles de la nación y se identificaba mucho con el movimiento creciente por los derechos civiles.

David Maraniss, Biógrafo: A Clemente le interesaban más cosas que los deportes. Era muy político. Una de las personas que más admiraba en el mundo era Martin Luther King. La vez que sabemos que Dr. King fue a Puerto Rico, Clemente lo buscó y pasó casi un día con él, lo llevó a su granja.

Robert Ruck, Historiador: Porque él está en la comunidad negra, y porque viaja, está claro en ese momento que este es un tipo que se interesa en lo que pasa a su alrededor y tiene opiniones sobre eso. No es solo un observador. Es alguien que está conectado apasionadamente con lo que pasa. Habla de esas cosas. Debate sobre esas cosas.

David Maraniss, Biógrafo: Se remonta a la manera en que los trataban en el entrenamiento de primavera cuando iban en esos autobuses yendo de una ciudad a la otra, y los blancos iban a un restaurante y traían sándwiches para... Clemente y los pocos negros y latinos. Eso no tendría éxito con Clemente.

SOT. Roberto Clemente: Ahora estamos en Florida, no muy lejos de Puerto Rico, y ves a los jugadores blancos entrar a un restaurante y... y dicen: "Amigos, ¿quieren algo de comer?". Ahora, nosotros estamos sentados en el fondo de... Estamos sentados en el autobús. No estábamos sentados al fondo del autobús, pero estábamos adentro del autobús, y, recuerdo haberle dicho a un compañero, a un jugador, le dije: "Mira, si aceptas cualquier cosa de cualquiera en ese restaurante, tú y yo nos pelearemos. Tendremos una pelea, porque creo que es injusto. Si así va a ser, así sufriremos. Así que no quiero... que ninguno de ustedes coma nada".

Narración: La celebridad hizo poco para apagar su sensibilidad ante la injusticia. Si acaso, solo la agudizó. Una vez, de compras con Vera en una tienda de Nueva York, la pareja fue ignorada hasta que alguien reconoció al famoso beisbolista. Cuando los vendedores de repente lo cubrieron con atención, Clemente no la aceptó.

Vera Clemente, Esposa de Roberto Clemente: Roberto se molestó porque dice “Si estamos aquí hace ratito y le digo que me busquen, que me enseñen los mejores muebles de la mejor calidad de lo que usted tiene aquí, ¿por qué entonces se tarda tanto?”. Y dijo: “Pues lo siento, lo lamento, pero no le vamos a comprar nada”.  

Narración: Para el final de la década, la creciente inmigración latina y un movimiento de derechos civiles muy motivado transformaban el país. El beisbol también estaba cambiando con lo improbable que era, los Piratas lideraban el camino. En 1971, Clemente se halló líder de un equipo como ningún otro en la historia del beisbol.

Steve Blass, Compañero de Equipo: Es casi todo latino, negro y blanco. Suena tan trillado y tan arreglado. Teníamos un grupo de tipos que podían jugar.

Manny Sanguillén, Compañero de Equipo: Era una familia deveramente. En esos momentos no había nada de color, lo que queríamos era ganar.  

David Maraniss, Biógrafo: Era una época de cambio y transformación que asustaba a la mayoría de la gente, y una de las manifestaciones era que a medida que los Piratas eran más negros y latinos, se volvían menos populares en la ciudad.

Robert Ruck, Historiador: Roberto es el tipo al que admiran, los blancos, negros y latinos. Lo admiran porque da todo en el campo, pero es el tipo que los mantiene unidos fuera del campo. Es mucho más un líder ahora, una gran presencia en el club para 1971, que, de muchas formas, es su fiesta de salida al mundo.

SOT: La Serie Mundial de 1971 es traída a ustedes desde el Memorial Stadium en Baltimore. 

Narración: En 1971, Pittsburgh logró llegar a la Serie Mundial una vez más. A los 37, el jugador más viejo de la Serie, Clemente había luchado contra lesiones toda la temporada. Pero su intensidad no había disminuido, ni su impulso competitivo.

Les Banos, Amigo: Me llevó a un lado, y me dijo: "Te garantizo que ganaremos". Y yo le dije: "Roberto, no puedes decir nada así, porque si no sale así, serás el hazmerreír, todos se burlarán".

Matino Clemente, Hermano de Roberto Clemente: El tenía una cosa grande, que a él le gustaba jugar bajo presión. Ningún pelotero se tira esa presión encima porque si falla, lo matan, te lo comen, te lo comen, te lo comen esta gente allí. 

SOT: ¡Roberto Clemente!

David Maraniss, Biógrafo: Se acercó a José Pagan, un compañero de equipo y le dijo: "Ustedes súbanse a mi espalda, y los cargaré".

Narración: Los Orioles de Baltimore tenían cuatro ganadores de 20 juegos en su equipo de lanzamiento y eran los favoritos de la Serie. Eso no perturbó al número 21.

David Maraniss, Biógrafo: Hubo un momento que superó todo, y no fue un lanzamiento o un gran bateo. Fue una pelota mala que Clemente bateó de regreso al lanzador de Baltimore Mike Cuellar.

Robert Ruck, Historiador: Eso hizo que el lanzador lanzara salvajemente. No pensaba que el lanzador lo iba a sacar. Y fue su jugada que lo hizo.

SOT: Lo hace todo, corre, lanza...

David Maraniss, Biógrafo: Con todos los que hablé de ambos equipos dijeron que podían sentir que la voluntad arrolladora de Clemente por ganar dominaba la Serie.

SOT: Vencerá el lanzamiento de Frank.

Narración: Luego de que los dos equipos ganaran partidos, forzando un séptimo juego, Clemente tranquilizó a sus compañeros.

SOT: ¡Está bien bateado!

Narración: En la cuarta entrada, bateó un impresionante jonrón, rompiendo un empate sin puntaje. Cinco entradas después, los Piratas eran campeones mundiales.

David Maraniss, Biógrafo: Clemente estuvo brillante en esa Serie Mundial. Bateó .414, logró un hit en cada juego, estuvo genial en el jardín derecho, pero era más que eso.

SOT: ¡Cielos, cómo corre para tener 37 años!

George Will, Escritor: Su desempeño fue una joya. Uno de los mejores desempeños... cinco o seis o siete, en la historia de la Serie Mundial.

Narración: En el alegre vestuario de los Piratas, Clemente tomó la oportunidad de hablar directamente con esos que más le importaban.

SOT. Entrevistador: El jardinero derecho más importante en el beisbol, Roberto Clemente. Bobby, felicitaciones por una gran Serie Mundial.

SOT. Roberto Clemente: Gracias, Bob, y antes, eh... de decir algo en inglés, quisiera decirles algo a mi madre y a mi padre en español. En el día más grande de mi vida, para los nenes la bendición mía, y que mis padres me echen mi bendición en Puerto Rico.

Juan González, Escritor: Roberto rompía el molde y decía: "Sí, hablaré contigo, pero primero, hablaré con mi familia y mi comunidad". Creo que fue enormemente importante, ciertamente para los admiradores latinos en EE. UU., como para aquellos en Puerto Rico y en toda América Latina que también lo escuchaban.

Osvaldo Gil, Amigo: Y fíjate que es el día más grande de su vida, dice. Y sin embargo ¿qué tiene presente? Tiene presente la familia y su país. Por eso es que yo creo que él hace la distinción. Creo yo… 

Steve Blass, Compañero de Equipo: Seguía siendo un caos y demás. Subimos al avión, y antes de despegar, estaba en la ventana, y Karen estaba en el asiento del medio. Roberto Clemente viene por el pasillo, y me mira, yo estoy sentado ahí, y él dice: "Ven aquí, Blass, déjame abrazarte". Caminé hacia él, y me dio un gran abrazo. Se me pone la piel de gallina de pensarlo ahora. Roberto Clemente se levantó de su asiento, vino y quería abrazarme, y yo solo... eso validó todo lo que había pensado que podía pasarme en el juego de beisbol.

Narración: Durante una carrera notable, Clemente había convertido hasta a los escépticos. Cuatro títulos de bateo, Mejor jugador de la Liga Nacional. La siguiente temporada, 1972, lo vería alcanzar uno de los hitos más prestigiosos del beisbol: los 3000 hits. Pero el mejor jardinero derecho tenía otras cosas en mente.

Robert Ruck, Historiador: Pasa algo con Clemente en los últimos años, hace una transición de jugador a personaje célebre, ya saben, de alguien que hace números en el campo para el Salón de la Fama, a alguien que puedes ver que se está convirtiendo en algo más fuera del campo. Pasa mucho tiempo pensando en cosas, planeando cosas, comenzando proyectos que esperaba lograr una vez que dejara el campo de juego para siempre.

Narración: Ese invierno, Clemente halló patrocinadores corporativos para clínicas de beisbol en Puerto Rico y trabajó en planes para su pasión... una ambiciosa ciudad deportiva para chicos de bajos recursos. Recorrió más partes de América Latina e incluso entrenó a un equipo novato en Nicaragua.

Osvaldo Gil, Amigo: Y la pobreza que había, que él veía niños en la calle. Y a Roberto le impactó eso, le… le chocó, le llegó hondo. 

Robert Ruck, Historiador: Creo que Nicaragua en 1972 le recordó a Roberto cómo era Puerto Rico cuando él era niño en los años 30 y 40. Se acercó a los niños y los niños se le acercaron, y les habló y fue a sus hogares, y conoció sobre sus vidas y... se identificó con ellos.

Narración: El 23 de diciembre de 1972, los Clemente se despertaron en Puerto Rico con la noticia de un terremoto masivo en Nicaragua. Roberto rápidamente localizó a un radioaficionado que podía darle detalles del daño y le preguntó qué tipo de ayuda precisaba la gente. La respuesta fue inmediata y, para Clemente, desgarradora: "Comida, ropa, suministros médicos, todo". Se abocó en cuerpo y alma a la ayuda humanitaria.

David Maraniss, Biógrafo: Se volvió su pasión. Durante la próxima semana, fue... todo lo que hizo, día y noche, juntaba ayuda para la gente de Managua.

Narración: Cuando oyó las noticias de corrupción y saqueos, de robos de los suministros de ayuda, Clemente decidió intervenir personalmente. Iría en un avión cargado de suministros de emergencia a Nicaragua.

Robert Ruck, Historiador: La gente que estaba allá, en Managua, llamaba a Roberto. "Roberto, debes venir. Si vienes, llegará a su destino".

Narración: Clemente no perdió tiempo. En el Aeropuerto Internacional de San Juan, alquiló el primer avión y piloto que halló. Luego de unas horas agitadas de reparaciones, el DC-7 finalmente fue autorizado para despegar.

Fue unos minutos después de las 9:00 p. m. El 31 de diciembre de 1972.

Vera Clemente, Esposa de Roberto Clemente: Pero nosotros nos despedimos en la pista. Entonces después él sube a la puerta del avión que era alto y entonces él… Él me mira con una mirada bien triste, bien profunda. Yo leí tantas cosas en esa mirada, este, como… “Quisiera traerte y no puedo”. “Me debería quedar, pero no puedo”. O sea, leí tantas cosas en la mirada. 

David Maraniss, Biógrafo: El avión iba mal inclinado y la rueda del frente estaba... casi no tocaba el suelo y la trasera estaba reventada, algo estaba mal ahí. Pero Clemente estaba tan decidido a ir a Nicaragua a hacer lo que pensaba que tenía que hacer que no le prestaba atención a nada de eso. Apenas despegó, justo pasando los árboles, sobre el océano, a 1.5 km aproximadamente, desapareció.

Narración: Justo cuando el avión de Clemente despegaba, Carol Brezovec y su madre estaban llegando a la isla. Vera había ido a la terminal a recibirlas.

Carol Brezovec Bass, Amiga de la familia: Nos explicaba lo que había pasado y cómo había llevado a Roberto al aeropuerto y que... él iba camino a Nicaragua y que llamaría en cuanto llegara.

Narración: Pero la llamada nunca llegó. Más tarde esa noche, la sobrina de Clemente llamó a Vera. Había oído un informe en la radio que un avión se había estrellado en el océano tras despegar.

Carol Brezovec Bass, Amiga de la familia: Las cosas se pusieron más serias y más silenciosas. Para entonces, Roberto ya tendría que haber llamado para avisar que estaba bien, un "Estoy aquí. Regresaré pronto".

Narración: Al día siguiente una flota de rescate inspeccionó las aguas frente a San Juan en vano, mientras un grupo incrédulo se reunía en la playa, rezando por un milagro.

Carol Brezovec Bass, Amiga de la familia: La realidad se hizo más clara mientras veíamos más y más... ...suministros médicos que... llegaban a la orilla y señales de que era el avión de carga, y que era el avión en el que estaba él.

Narración: Los compañeros de equipo de Pittsburgh esperaban las noticias ansiosos. Uno incluso se unió al grupo de rescate. Pero el cuerpo de Roberto Clemente nunca se encontró.

Manny Sanguillén, Compañero de Equipo: Los buzos que eran especialistas decían que la marea se llevaba toda la fuerza p’afuera, que ellos no podían ver nada.   

Titular del Periódico: Clemente, de los Bucs, muere en accidente aéreo:

Al Oliver, Compañero de Equipo: Me abrumó. Uno veía a Roberto como alguien invencible. Sabíamos que habíamos perdido a nuestro líder.

Juan González, Escritor: Dos días después de su muerte, salgo de mi departamento en el sur del Bronx y la gente estaba dejando latas de comida, frazadas y otros suministros para darles a las víctimas del terremoto en Nicaragua. Aquí estaban todos esos puertorriqueños, todos pobres ellos mismos, y, en cierta forma, me parecía su forma de expresar no solo su pérdida de Clemente, sino el querer continuar lo que él trataba de hacer. Y ese camión se llenó en... en media hora.

George Will, Escritor: Los grandes atletas comprimen la trayectoria de vida de manera no natural... ascenso rápido, apogeo glamoroso, caída lenta. La mayoría de los grandes atletas... viven la mayor parte de su vida después de su vida. "¿No solías ser un jugador de beisbol?". Clemente era genial y era hermoso de ver: elegante, noble, justo hasta este final abrupto y horrible.

Osvaldo Gil, Amigo:  Mi mamá me dijo a mí, era la única explicación que hacía sentido, que, si él moría como un pelotero nada más, lo íbamos a recordar los deportistas, pero en la forma en que él murió por ir a ayudar a unas personas, eso lo iba a proyectar al mundo como un humanista; y tenía razón. 

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